jueves, 23 de diciembre de 2010

"Cosita Linda" y la sabiduría animal

Los adultos nos quejamos mucho del problema que representa el hecho de que las nuevas generaciones vivan una era bombardeada por imágenes. Los niños ya no leen, solemos decir. Le echamos la culpa a la televisión y los videojuegos. Muchos niños eligen libros con dibujos atractivos, pero deben abandonarlos luego en el lugar que ocupaban dentro de la librería. Porque hay que crecer, argumentan algunos padres, y eso implica saber abandonar la imagen para sumergirse de lleno en el mundo de la palabra escrita.

El autor inglés Anthony Browne (1946), una estrella dentro del género de la literatura infantil que apantalló a Chile este año en una muy comentada visita, está exasperado con los adultos que neciamente desprestigian las ilustraciones. En una cultura demasiado obsesionada con la importancia educativa de las letras, se suele olvidar que las imágenes también se leen. Miren a las personas en un museo, dice Browne. La mayoría leerá la ficha técnica de una pintura atentamente, luego pasará una rápida ojeada por el cuadro y continuará su camino. Él vigila a quienes toman uno de sus libros-álbum en las manos. Ha dedicado mucho tiempo y cariño en crear imágenes con múltiples posibilidades pero los adultos, luego de leer los textos y captar superficialmente las pinturas, cambian rápidamente de página. En cambio los niños se detienen frente a sus acuarelas, encontrando secretos que sólo pueden descubrirse en la voluntad de mirar. Los libros-álbum, dice el autor, “contienen una triple experiencia”. Están las palabras, quienes abrirán paisajes mentales. En otro lado se encuentran ilustraciones que ejercitan el ojo para estar atentos a las eternas sorpresas que ofrece nuestro campo visual. Por último, existe el diálogo que surge entre un lenguaje y otro. Esta forma de comunicación es mucho más rica cuando el adulto comparte la lectura con el niño. Comentando lo que allí sucede, viven juntos la realidad en un libro.

Es extraña la incongruencia entre la preocupación por hacer que los niños descubran la literatura, y la realidad del mercado. Los libros infantiles son caros, pero se venden mucho. Por eso cada año hay una abrumadora oferta de ediciones infantiles. Muchos le expresan a Browne su angustia por no saber qué comprar dentro de tantas opciones. Simple, responde él. Todos hemos pasado por la infancia. Basta leer con interés algunos ejemplares atractivos, y sopesar cuál estimula más la imaginación. Así es como hay que pensar a este autor trabajando. Luego de conocer su obra con casi cuarenta títulos, es imposible no ser partícipe de sus obsesiones infantiles. Cuando lo conocen físicamente los niños siempre ven a Willy, un chimpancé a quien el público reconoció como la caracterización del propio autor mucho antes de que él mismo se diera cuenta. Es muy significativo que Willy viva en un mundo de gorilas, pues los verdaderos protagonistas en la producción de Browne han sido estos animales. “Cosita Linda” (2009) es uno de los ejemplos donde, sutilmente, nos acercamos a ellos en una profunda comprensión que ha mantenido ocupado al autor dentro y fuera de su vida profesional.

Una celebridad convertida en ficción

La historia comienza. Aparece un gran gorila en un contexto humano. Echado en el sillón, con un café y una hamburguesa en los descansabrazos, mira la tele. Su cara es igual a la de una persona que se deja absorber sin interés por un programa cualquiera. Las palabras junto a la ilustración nos cuentan que ese gorila era especial. Le habían enseñado a comunicarse con señas y así conseguía lo que quisiera. “Pero estaba triste”, dice el narrador aumentando el tamaño de la última palabra. Dicho y hecho, ahí está el gorila con la cabeza apoyada sobre una mano y sus ojos vidriosos mirando el vacío. Entonces, con el lenguaje aprendido, pide un amigo. Sus cuidadores tardan un poco en encontrar la solución hasta que le dan una gatita llamada Linda. Entre ellos nace una amistad verdadera.

Hasta este punto el libro coincide con otra historia muy conocida en el mundo del estudio animal. Se trata de un episodio específico que vivió la gorila Koko (Estados Unidos, 1971), famosa por aprender a utilizar 1000 palabras del lenguaje americano de señas y comprender aproximadamente 2000 palabras del inglés. Ella estaba muy contenta cuando le dieron un gatito. Lo llamó All Ball. Todos los que han tenido gatos entienden que estos animales requieren un tipo de cariño especial. Instintivamente Koko lo sabía. Es impresionante mirar cómo un animal enorme de movimientos pesados trataba con tanta delicadeza a su amigo felino. Un mal día All Ball murió en un accidente. Koko expresó una comprensión genuina del significado de la muerte, padeciendo esa pérdida como cualquier ser humano. Este último detalle es el que terminó de convertirla en una celebridad.

En “Cosita Linda” hay un giro dramático que se despega de la anécdota anterior. Mirando King Kong en la televisión, una de las tradicionales historias que rodean a estos grandes primates haciéndolos parecer seres violentamente descontrolados, el gorila se enfurece y hace pedazos el aparato de un solo golpe. Los cuidadores irrumpen en escena como sombras amenazantes, y luego de un momento de terror en que deciden llevarse a Linda ésta sale a la defensa. La pequeña gatita, utilizando el lenguaje a señas, se hecha la culpa de lo ocurrido y a todos les causa mucha gracia. Al contrario del trágico final entre Koko y All Ball, esta historia cae en el “… y vivieron felices para siempre” que Browne confiesa evitar en otras circunstancias. Pues nadie quiere niños deprimidos, pero sí conscientes. Por eso las imágenes de dulzura entre dos animales supuestamente disímiles ocupan casi todas las páginas del libro.

Los animales hablan

La selva es un lugar indomable. Muchos exploradores sienten que han entrado en un sueño al internarse en la naturaleza salvaje del África Central para ver a los gorilas por un instante, aunque sea de lejos. Dicen que es necesario hallarse frente a un gorila que se asoma por entre la tupida hierba para comprender porqué se ha llegado a pensar en él como una mezcla de humano y demonio. Su expresión fruncida en una lustrosa piel negra, la mirada insondable que penetra los ojos del otro, y su imponente presencia primitiva son razones suficientes para que haya sido blanco de temor de la ignorancia humana. Tal apariencia intimidante contrasta con un carácter gentil, tímido y reflexivo. Este es uno de los motivos por los que a Browne le producen una fascinación intensa.

Por lo general los relatos de hombres que han convivido con gorilas confirman la noción de que es un animal que nunca ataca salvo para defenderse de un peligro inminente. La excepción a este saber se encuentra en la historia personal del autor. Su encanto por estos animales lo llevó a tener la idea de lanzar un libro en el zoológico, dentro de una jaula llena de gorilas. Fue mordido, y el autor continuó con lo planeado hasta el final. Sólo entonces una ambulancia lo llevó al hospital a toda velocidad. El gorila debió asustarse mucho para reaccionar de esa forma, y sin duda lo demostró. Aún así, el episodio resulta inexplicable para los estudiosos de esta especie.

El protagonista del libro no muestra tener memoria de su pasado salvaje. Vive rodeado por objetos que sirven al hombre y parece gozar de un trato especial dentro del zoológico. Pero el que no sea feliz, deja a los niños con muchas interrogantes. Nadie sabe a ciencia cierta porqué se cometen masacres contra los gorilas, pero esta realidad junto con la sobrepoblación descontrolada está acabando con ellos. Los indígenas en las tribus de la zona lo llamaban “hombre de la selva”, asegurando que no hablaba para no tener que trabajar. Es sugerente esta idea en contraste a la del libro, donde una gata a quien no se le ha enseñado el lenguaje de señas lo utiliza de pronto para ayudar a su amigo. Esta historia nos quiere recordar que los animales se comunican a niveles muy elevados aunque no compartan nuestros códigos lingüísticos. Un motivo por el cual siempre se han utilizado personajes animales en la literatura infantil es porque los niños también afrentan su existencia a través del instinto, y entre sus principios más básicos está la capacidad de observar. Hay en “Cosita Linda” una confianza absoluta en esa intuición espontánea. Las imágenes y los animales aparecen aquí dentro de un mismo entendimiento, que se abre cuando alguien retoma el espacio de su infancia y sigue avanzando incontenible por las vías de la reflexión luego de que el libro se cierra.




sábado, 20 de noviembre de 2010

Regina José Galindo: La belleza del compromiso

(Publicado en Arte al límite)

*** Dotadas de limpieza y precisión, sus obras performáticas se instalan profundamente en el espectador como posibilidades reales de resistencia ante problemáticas humanas que a todos nos competen. ***


Desde que Regina José Galindo (Guatemala, 1974) leyó poemas al aire colgada en el Arco del Edificio de Correos de su capital en 1999, ha dejado al mundo artístico conmovido y admirado. La mayoría de sus trabajos parten del compromiso social y logran encontrar una sutil belleza estética dentro de la brutalidad que están señalando.

En las siguientes palabras la artista entrega sus pensamientos con el mismo cuidado y generosidad característica de sus acciones, ya reconocidas debidamente en el contexto internacional.


¿Cómo descubriste el performance?

A finales de los 90. Yo estaba interesada en los procesos creativos, escribía mis primeros textos y me fui involucrando poco a poco con el arte contemporáneo a través de libros e información que recibía de amigos. No había pasado por una escuela formal de arte, no tenía formación académica. Pero tenía el potencial, sabía que quería crear.

Además de artista visual, eres escritora. ¿Puedes contarme de qué manera actúa el lenguaje poético en una acción como “Isla” (2006)?

No creo que la poesía tenga un papel prioritario en una u otra performance. La poesía es una plataforma que permea mi pensamiento visual. Es una herramienta de la cual me valgo en el momento de darle forma a cada pieza. La búsqueda de metáforas y síntesis, son características del oficio poético que están presentes en muchos de mis trabajos.

Hablando específicamente de “Isla”, esta es una performance en donde el cuerpo funciona como una escultura. Éste se transforma en un territorio natural, en piedra, en suelo, superficie viva rodeada por sus propias aguas.

En algunos trabajos ha participado tu hija como parte de ti misma. ¿Cuál es la forma en que se han preparado física y mentalmente antes de hacer una obra como “Mientras, ellos siguen libres” (2006)?

Ninguna obra ha requerido algún tipo de preparación especial. En “Mientras, ellos siguen libres”, la obra que tú mencionas, estaba presente mi cuerpo, embarazado, sí, pero mío. Aún no era el cuerpo individual de mi hija.

Esta fue una pieza que surge en mi cabeza en el momento de estar embarazada. Fue justamente en esos meses donde la imagen del horror que otras tantas mujeres guatemaltecas, embarazadas, había sufrido, que se convirtió en molestia… en dolor punzante. Tenía que hacer algo con ello, tenía que hacer un trabajo con esto para no quedármelo dentro.

Tu cuerpo ha sido la principal herramienta en la mayoría de tus piezas. En “Reconocimiento de un cuerpo” (2008) el resto de tu persona desapareció. ¿Qué sucede con la parte de ti que no puede verse cuando haces una acción de forma consciente?

La mayoría de piezas en donde estoy consciente, mi cuerpo está a mi disposición y está, generalmente, concentrado en la experiencia estética que estamos creando. Mi cuerpo, físico y mental, se transforma en objeto, en pieza de arte, en acción de arte. El sujeto piensa la idea, la concreta.

En “Polígrafo” (2008) se ve cómo, por más que vivamos dentro de nosotros mismos, no sabemos quiénes somos. Tú has dicho que trabajas directamente con la realidad pero, a raíz de la reflexión que se abre en este trabajo, ¿cuál es la realidad que puede conocerse?

Un tema filosóficamente delicado. Imagínate discutir la realidad. ¿Existe el término o existe el hecho?

Cuando me refiero a la realidad como referencia de mi trabajo, me refiero a contexto. Realidad para mí. El artista trabaja con su realidad, la moldea, le da vueltas y la modifica.

¿Qué implicancias tuvo “Libertad condicional” (2009) considerando el hecho de que, desde tu realidad como mujer latinoamericana, hiciste esa obra en Europa? ¿Es posible que esa liberación se escape de los límites del contexto artístico?

El ser mujer latinoamericana es una característica que me define pero no marca ni sella toda mi existencia. Como artista aspiro a la universalidad. El arte debe ser universal. Aunque mi trabajo surja de un determinado contexto, debe tener el poder de traspasar esas fronteras.

“Libertad Condicional” es una pieza amplia. Habla de la condición humana, de su eterna predisposición a la esclavitud, social, económica, racial. Habla de la incapacidad de un individuo a sentirse y vivirse completamente libre en medio de las caóticas relaciones que entretejen nuestras sociedades. Ningún individuo es libre por sí mismo.

En piezas como “Busto”, “La conquista” (2009) o “Saqueo” (2010) la evanescencia física del performance evoluciona hasta instalarse en la supuesta permanencia del objeto artístico. ¿Puedes contarme un poco acerca de las consecuencias de dicha transformación?

“La Conquista” es una pieza formada por dos esculturas hechas con material orgánico humano.

“Saqueo” fue una pieza muy afortunada en donde logré concretar una idea que iba más allá de la experiencia estética del performance y el documento tradicional. En “Saqueo” el documento son los rellenos de oro: minúsculas esculturas que dan cuenta de toda la acción de una manera distinta. Ves una pequeña escultura de oro y ves su historia, su pertenencia a una boca. Pequeñas piedras extraídas de su espacio adecuado, para ser mostradas como objetos de arte, frías, perdidas, violentadas.

Me parece que tales reflexiones han llegado a una conclusión muy lúcida en “Objeto” (2010). Pensando en esa obra, ¿cuál crees que sea la verdadera relación entre el arte y el mercado dentro de las manifestaciones contemporáneas?

Esa relación dependerá del artista. Él y solamente él define en qué campo quiere jugar. En que área. Es el artista quien define qué tanto quiere participar del sistema.

Pero es muy difícil estar fuera del sistema. Tendrías que ser un ermitaño, vivir aislado por completo y nunca jamás mostrar a nadie alguna de tus creaciones. En el momento en que alguien más ve tu obra, ya empezaste a formar parte de un pequeño sistema.

Si el artista no pone en riesgo su total autonomía, me parece que la relación puede funcionar.

Septiembre / 2010

(Las citas a obras han sido tomadas de la página web www.reginajosegalindo.com)

martes, 16 de noviembre de 2010

Paraderos de Eugenio Dittborn

(Publicado en La panera)


A fines del mes pasado algunas de las obras más importantes del artista visual Eugenio Dittborn (Chile, 1943) se prepararon para dejar el MAVI (Museo de Artes Visuales) y embarcarse en otro vuelo a sitios lejanos. Desde 1984 muchas han visitado casi setenta ciudades en todo el mundo, y su reciente estadía en Santiago abrió un espacio para considerarlas una vez más. Esas obras en primer término habían sido concebidas para la primera Trienal de Chile de donde Dittborn se retiró. Durante mes y medio ocuparon los amplios espacios del museo, estirándose a todo lo ancho en una de las retrospectivas cruciales del autor.

Este recorrido por la muestra inicia con una sensación de que se ha entrado al territorio de Dittborn. Por todas partes es indudable que su mente ideó cada detalle: los colores pálidos, dominantemente grises, la decisión de no optar por el convencional texto explicativo en una pared, la precisa información visual y textual del afiche o la calidad del catálogo. El artista ha sabido ocupar los espacios y hacer de ellos su territorio. Por eso mismo su obra pasó rápido de ser rupturista a instalarse como un referente inamovible para las siguientes generaciones de pintores chilenos. Luego, durante casi toda su vida profesional, Dittborn ha sido parte del canon artístico. Como la tintura en la tela, esto fue azaroso y a la vez producto del cálculo.

La mirada se encuentra primero con la obra inmediatamente anterior a las aeropostales. Allí, dos imágenes se ven forzadas a convivir en un mismo punto. Un nadador que toma aire, el dibujo del rostro de un niño inca congelado. Ambas son imágenes solas y reunidas en un mismo lugar, sin forzadas coherencias narrativas, atravesadas solo por el color, la luz y la textura. Forman parte de un tríptico acompañado por un par de textos convertidos en obras de arte. Ahora, dos décadas después, este trabajo tiene una voz afinada dentro de su rigidez. Deja concebir una voluntad en esos materiales a plegarse en sí mismos y reducirse a mínimas expresiones.


Aeropostales

Ciertamente Dittborn llegó a un gran descubrimiento a fines de 1983. Doblando una superficie sobre sí misma en partes iguales, hizo caber obras de gran formato en sobres de correo aéreo. Primero papeles, luego entretelas y ahora textiles cosidos, bordados, teñidos, serigrafiados, estas obras han recorrido sin descanso ciudades alrededor del mundo, burlando así los límites artísticos y políticos que se viven en un momento histórico determinado. Además, con simpleza y elegancia, resolvieron de un momento a otro el gran tormento de los pintores: la acumulación.

Las aeropostales han sido tan estudiadas, analizadas y revisadas que hoy ya existen lugares comunes para referirse a ellas. La tensión que se produce entre los pliegues y las imágenes, o el uso vivo de las manchas en el espacio, son señas importantes de caminos demasiado visitados. Se ha reflexionado tanto en torno a ellas porque consiguen situarse por encima de los impedimentos pacíficamente. El artista cuenta que él mismo se sintió sobrepasado por su descubrimiento cuando éste apareció cargado de todas sus posibilidades. Para muchos es tentador dar por hecho que esas posibilidades ya fueron cubiertas, y no hay nada más por agregar. Como una buena respuesta, Dittborn convocó a estudiantes de arte para conversar con ellos. Nuevas miradas mantienen entonces con vida a las obras por más revisadas que sean. Alguien confiesa intuir que un ser humano solo puede hacer bien una cosa en la vida, y en todos aparece la pregunta ¿qué vendrá luego de una aeropostal? Dittborn responde señalando las novedades que este formato continúa ofreciéndole. Pudo reunir imágenes de procedencias muy diversas para acentuar su verdadera naturaleza, exploró la fuerza de los espacios que se rechazan o la permanencia de las bases cromáticas que inundan la obra entera, revolucionó el lenguaje pictórico. Ahora, además, las pinturas ya no se cierran forzosamente en ángulos de noventa grados, sino que recortan libres el espacio haciendo que la base de las paredes se convierta en equilibradas formas geométricas. Todo esto es cierto, y aun así la pregunta parece no haber sido respondida.

Andy Warhol solía decir que no importa lo que escriban sobre uno mientras se publique. Este genio del mercado señaló algo muy importante que Dittborn ha sabido explotar. Él mismo registra sus propios pensamientos sobre las aeropostales en un lenguaje escrito de estructurado contenido poético. Aquí es literal la extraña costumbre de Dittborn a hablar de sí mismo en tercera persona, costumbre que es una postura frente a todo lo que hace. En los sobres de las aeropostales hay siempre espacios precisos dedicados a textos. Al leer esas palabras de muchos autores, espontáneamente el espectador produce imágenes mentales únicas. Estas vienen a sumarse al universo visual tan revisado en las pinturas y recuerdan que absolutamente cada elemento ahí está dispuesto para alzar las aeropostales en toda su dimensión.


Videos

La muestra no se limitó a ocupar un museo entero, y tomó parte del Museo Arqueológico de Santiago con cuatro cintas creadas entre los ochentas y principios de los noventas. Son pocos los que se detienen a observar cada una de estas piezas siendo irremediablemente atraídos de vuelta a las aeropostales, quienes se llevan la atención generalizada. En cierto sentido es comprensible, pues los videos ofrecen más preguntas que respuestas. Sin embargo, los indicios que pueden seguir abriendo el contenido de un trabajo deben su existencia a preguntas sin resolver.

“Cinco Bocetos Preparatorios para la Historia de la Música” nos presenta a individuos entonando canciones frente a una cámara que a veces no ven, pues muchos de ellos son ciegos. Se ha llegado hasta este punto luego de mirar pinturas, y esta relación entre la visualidad y lo sonoro automáticamente obliga a situarse en una nueva disposición. “El Crusoe” muestra dos momentos en la playa en apariencia muy lejanos. En uno el gris se asienta en el protagonismo del agua en movimiento. Hay un hombre sólo de mirada indescifrable y la voz de una mujer contando la historia de un naufragio. Otra grabación se cruza con ritmos y colores opuestos, y aparece detrás de una cámara hiperactiva la playa en un multitudinario verano turístico. Se presencia luego el radioteatro “Lo que Vimos en la Cumbre del Corona” con una mujer interpelando al espectador en su mirada directa y voz histriónica. Lee a la cámara un largo relato concebido para ser escuchado en un radioteatro. Las experiencias de vista y sonido de nuevo pretenden mostrar otra cara de sí mismas aquí. El personaje finalmente se queda en silencio un tiempo suspendido y baja los brazos sin prisa. Este momento crucial fue completamente producto de la casualidad .

Este recorrido personal propone llegar a su fin en “La Historia de la Física” (1982), video central de Dittborn donde muchas dudas quedan resueltas. Atesora un momento específico del pasado que deberá tomar aquí su lugar esperando crear eco. Hay un hombre derramando un balde con 350 litros de aceite quemado sobre el desierto de Tarapacá. Tomando como escenario la extensión inmedible de tierra, el artista pareciera menos pequeño cuando deja caer una mancha negra que se va apoderando del espacio visual a su manera. Él está ahí solamente para ayudar a que eso suceda. La acción explica más la obra de Eugenio Dittborn que muchas consideraciones a las que decidamos seguir sumándonos. Aquí desde el desierto, quisiera invitar a pensar en la vida de toda una obra que a velocidad incomparable circula en el mundo del arte hasta ser consumida por su mercado. Entonces, por primera vez llega a su fin, se detiene y descansa.


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lunes, 8 de noviembre de 2010

Éxito

Todos los primeros sábados del mes tocaba su saxofón en el mismo lugar donde solía presentarse John Coltrane durante sus primeros días musicales. Era un pequeño espacio que había pasado de ser un antro de mala muerte a un referente indispensable para los circuitos de la alta clase artística y los ociosos con exorbitantes herencias. Las luces imprimían su cara de rojos y naranjas que lo hacían parecer un primitivo guerrero africano. En la tercera melodía las gotas de sudor empezaban a acariciar su cuerpo, dejando caer con ellas todo el peso de la infaltable sensación de ansiedad. Allí, parado en medio del piano, la guitarra y el contrabajo, sentía surgir en él una esencia divina frente a la cual era responsable de hacerse cargo.

Las notas viajaban desde la boca majestuosa de su instrumento hasta las mesas, rozando levemente las copas de martinis y camparis. Cada objeto presente era parte de una orquesta más allá del escenario. Acariciaba el sax con firmeza, como conquistándolo por primera vez, y él vibraba locamente obligando a las suelas de los zapatos a seguir el ritmo. Percusiones se sumaban entonces al descontrol de los sonidos. Por momentos, la escena se congelaba frente a sus ojos mientras él seguía liderando con fuerza el compás de cada canción. Se separaba de su cuerpo, y podía verse a sí mismo en el centro de una escena explosiva. Observaba su papel protagónico de lejos. Sus manos ágiles y ansiosas, su torso bamboleante, sus ojos muy abiertos. Y, en medio de un silencio secreto, se preguntaba cómo llegó hasta ahí.

Lo cierto es que había conseguido sin esfuerzo lo que muchos persiguen toda su vida saboreando luego de cada intento el agrio sabor del fracaso. El éxito fue como una mujer que le abrió las piernas a penas lo vio entrar por la puerta del deseo. Y él se entregó a cada momento sin detenerse en la duda. El público se daba cuenta de ese poco frecuente milagro donde el talento, la suerte y el trabajo duro entrelazan sus manos para siempre. Por eso nunca le faltaron aplausos en los destinos remotos de sus giras. Los hacía felices y, a cambio, ellos le entregaban admiración y respeto. A muy temprana edad tomó la decisión de no unir su vida con la de otra persona. Sin embargo, el amor no le faltó. Tampoco los amigos, con quienes había compartido los momentos más dichosos y oscuros de su existencia. Era libre, y había conquistado sólo esa libertad.

El primer sábado de cada mes, parado en escena, él hacía un repaso de sí mismo. Sentía que la edad se trepaba en su cuerpo como una salamandra, mimetizándose con su antigua piel y sus antiguos sentimientos. Pese a los inevitables cambios que la edad trae consigo, finalmente siempre llegaba a las mismas conclusiones. Al tocar los últimos acordes volvía en sí. Saludaba sin prisa a cada uno de los presentes que se acercaban para decirle en secreto algunas palabras, pedirle un autógrafo o simplemente abrazarlo. Su sonrisa era genuina. Con el maletín que lo había acompañado en todos los caminos, demasiado cansado para quedarse a tomar unos tragos con sus compañeros, se iba a dormir a un hotel conocido.

Todas las noches soñaba con ser otra persona.


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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Despedidas

La mujer se despidió de su esposo. En silencio, frente al ataúd que contenía el cuerpo de un hombre con quien había compartido sesenta años, repasó por última vez cada uno de los momentos que ella consideraba dignos de atesorar. Descubría que todas las amarguras se habían desdibujado. La irritabilidad, las penurias económicas o sus propios celos eran ahora tropiezos demasiado insignificantes que enaltecían la marcha de esa unión poderosa. Le costaba disimular una sonrisa rebelde en su cara (el llanto desconsolado de los presentes exigía un cierto respeto). Dio media vuelta y subió las escaleras en dirección a su recámara.

Acostada en la cama, contaba los minutos restantes para que la gente se fuera y ella pudiera quedar a solas con su risa. Ese era su único deseo. Ya no le asustaba la idea de morir. Había logrado alcanzar todo lo que alguna vez buscó. Sintió una fuerza que levantaba su pecho en una contorsión inusual. Con los ojos cerrados, veía el centro de su psique. Esos círculos de colores convergían en un punto muy luminoso que la llamaba a seguir adelante, por lo que abrió los ojos trabajosamente.

La caja estaba en el piso del armario. Previendo el descuido de su esposo, ella había tenido la iniciativa de guardar todo el material de prensa que se había escrito en torno al trabajo de ese hombre. La tapa se abrió luego de un forcejeo que ella quiso atribuir a la artritis. Tomó los recortes de papeles en sus manos con orgullo. La certeza de que, gracias a su constante fe en el talento, había logrado hacer de él un personaje histórico, la embriagaba de satisfacción.

Descubrió que muchos artículos allí atesorados le eran desconocidos. En su momento, la necesidad de recopilar esos registros periodísticos había sido por mucho mayor al interés por leer el contenido casi siempre violentamente superficial. Leía ahora con atención esas letras reunidas allí para configurar la imagen de su hombre. Cada una de ellas acariciaba tiernamente ese amor. Repasó entonces una entrevista realizada poco antes de que ellos se encontraran por primera vez. En un presentimiento inexplicable, su mirada se movió rápido por las letras, apurada, buscando algo que aún le era desconocido. Entonces, de pronto, se estremeció.

Puso la revista con cuidado dentro de su caja, pero no cerró la tapa. Se quitó la ropa, doblando cada prenda en medio de la cama. Se metió a la ducha y, subiendo la temperatura hasta el límite de lo intolerable, dejó que el agua golpeara su pecho. Sólo entonces se permitió llorar. Los mocos y el chorro hirviendo se confundían en una sola corriente de dolor. Se preocupó eso sí de no gritar ni sollozar. Cada uno de esos espasmos eran sonidos que el agua viva silenciaba en su propio bullicio. Una vez que las fuerzas abandonaron su cuerpo salió del baño. Con sus manos aun mojadas, sin prisa, escribió en un cuaderno estas palabras:

Querer sentirse especial/ Existe esa tendencia en el ser humano/ Como cuando tu mamá te dice que fuiste la mejor/ Como cuando el novio te asegura haber sido la única/ Somos débiles frente a la adulación/ Creemos contar con una sana desconfianza/ pero nos vemos desarmados/ en lo que se refiere a las propias perfecciones/ Es bueno sentir el peso de la ínfima existencia/ Descubrir que no somos los mejores ni los únicos/ Bienvenido sea el dolor/ Y que la amargura pase naturalmente/ dejando tras de sí/ sólo la certeza de nuestra vulgaridad


Noviembre / 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

Boca cosida



Inaugurando la Bienal Internacional de Performance “Deformes” 2010
Entrada del Museo de Arte Contemporáneo
Su boca cosida

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Ocho cuidadosas puntadas que atraviesan el límite de sus labios. Coser es el hecho ya ocurrido. El espectador lo construye, casi involuntariamente, en su más íntima imaginación.

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Parado de espaldas al museo. Durante varios minutos los espectadores, en calidad expectante, guardando la distancia sin ver lo que ocurre.

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Cuando la gente se acerca, observa. Una obra que entonces cobra aliento. Respirando de las refexiones dispersas, la imagen se concreta.

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Hay ecos en el pasado. Otras bocas cosidas por motivos políticos, ligadas a huelgas de hambre, encauzadas por injusticias sociales. Son costuras en la necesidad epidérmica de guerra.

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¿Qué sucede cuando una imagen recurrente en política se traslada al arte?

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“Planteamos reconocernos en la experiencia del cuerpo desde una multiplicidad de sentidos”, decía la organización del evento.

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El performance pide acción. Se abre una brecha profunda entre decir y hacer. El cuerpo observa ese abismo bajo sus pies. En silencio, entabla una invitación.

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(Para mirar el registro de este trabajo: www.sarjo.cl)

sábado, 9 de octubre de 2010

Ch.ACO: Oportunidades para estudiar nuestra sociedad

(Publicado en La panera)

El 23 de octubre una gran inauguración de la segunda feria de arte en Chile dio la entrada a más de seis mil invitados. Los dos días anteriores del montaje llegaron rápido a su fin. Ahora, Casas de Lo Matta estaba a reventar. Las principales responsables de este ambicioso evento fueron tres mujeres. Irene Abujatum, a quien se le vio aportando los primeros y últimos comentarios con palabras absolutistas, se encargó de la dirección comercial. La directora de arte, admirada por muchos de nosotros gracias a sus perspicaces trabajos e instalaciones arquitectónicas, era Elodie Fulton. La tercera fue Soledad Saieh, a cargo de la dirección ejecutiva, siempre con las riendas en la mano. El trío logró juntar fuerzas, reunir a un grupo de auspiciadores y conformar un equipo fuerte de tareas bien asignadas. Lo lograron. Chile ya tiene una feria de arte, lo cual era hasta hace poco un espejismo irrealizable.
Hace casi un año en el Club de Planeadores la primera feria de arte en este país se dio a conocer bajo el nombre de Ch.ACO (Chile Arte Contemporáneo), y en muchos sentidos los avances fueron notorios para esta segunda ocasión. Las galerías nacionales e internacionales duplicaron su número, así como los visitantes que llenaron los espacios durante seis días. Ambos eventos quedaron por siempre registrados en los catálogos, trabajos editoriales atractivos en los que muchas obras consiguen presentarse mejor a sí mismas.


Encuentros y desencuentros

Situaciones inquietantes suceden entre los límites de las estructuras ideadas con anterioridad en una feria. Muchas veces he escuchado a chilenos decir que este es un país de conformistas, pero en Ch.ACO se opinaba tanto para manifestar aprobación como descontento. Eso no puede ser impuesto y, sin embargo, se adoptó la responsabilidad de generar discusión. Cada vez que un individuo se expresaba francamente, aparecía un hilo que se enlazaba con otros hasta constituirse en una red de relaciones. Esta no era menos importante que la red de creaciones humanas allí convocadas, pues una opinión es capaz de modificar la forma en la que se observa el mismo fenómeno.
Hubo un espacio oscuro donde el aire se detenía en un efecto invernadero. Me refiero al Auditorio. Ahí la discusión generada al margen del protocolo social tomó su asiento entre las palabras frescas de artistas, curadores, editores, directores de museos, escritores y educadores. Se ofrecieron cada día conferencias donde todo el público podía aprender y compartir ideas de forma gratuita. Pero es necesario considerar que Santiago es una ciudad urbanísticamente construida en base a la inequidad. Quienes viven arriba no se enteran de lo que sucede abajo y viceversa. La cultura aun es elitista en el país, por eso son loables los pocos proyectos sin fines de lucro que se sostienen dignamente contra viento y marea. Basta considerar que casi todas las galerías chilenas en Ch.ACO provienen de barrios bien acomodados, pues la misma feria se ha instalado hasta ahora dentro de esos espacios citadinos. Los más necesitados de arte no pudieron disfrutar de las conferencias porque los abismos sociales son a veces infranqueables.
Como una forma de revertir estos desequilibrios, el programa Ch.ACO se Moviliza invitó a dos artistas chilenos para que dieran clases de arte contemporáneo a estudiantes de las comunas San Ramón, San Miguel, Pudahuel, Santiago y Conchalí. Se considera además trasladar a los alumnos a la feria dentro de una visita guiada. Otro intento de descentralizar el mercado del arte fue Museo 8, creado para que trabajos artísticos de la Octava Región se expusieran dentro de la feria. Se trató de un gesto en primer término solidario con una zona tan azotada por el terremoto. Aunque sea necesario aplaudir la energía invertida en estas opciones, también es importante preguntarse si es suficiente. Se intentó incluir a los segregados, pero aun no se desdibuja la diferencia. Aunque no es la intención, estos logros siguen pareciéndose mucho a actos de caridad. Los encargados del primer programa, el Área de Responsabilidad Social y la Corporación Cultural Balmaceda Arte Joven, se topan contra un problema de raíces profundas. En cuanto a los segundos, con el tiempo posiblemente desplazarán las fronteras de la capital mientras la feria crezca. Solo puede esperarse que ninguno se conforme y continúen cada año ampliando el panorama de sus espectadores.


La educación del arte

La pérdida de interés por la investigación es una de las peores enfermedades en una sociedad, por eso es importante que todos permanezcamos educándonos. Los premios son una forma de incentivar el trabajo, aunque conllevan peligros, pues se sostienen en la subjetividad de los criterios como en una cuerda floja. En un rincón de la feria un espacio blanco atraía la atención de toda la gente pues Vodka Finlandia, quien incluyó a la obra ganadora en su colección, estaba presente con su producto. Pudo verse en el primer lugar a Carolina Illanes, ganadora de la residencia en Buenos Aires con una instalación que reproduce fachadas de barrios antiguos santiaguinos en resmas de papel. Recuerda la destrucción despiadada de nuestra ciudad a cargo de empresas constructoras, pero su discurso es más estético que político. Es posible consumir la obra placenteramente sin sufrir conflictos. En este sentido, había una línea clara que dibujaba el criterio curatorial del concurso donde participaron alrededor de doscientas piezas que no conoceremos.
Algunos alumnos de arte también tomaron su lugar en Ch.ACO. El resultado fue un trabajo en conjunto, pues las universidades UNIACC, Andrés Bello y Finis Terrae no parecían estar compitiendo entre ellas. Una pieza se sucedía a otra, sin diferenciar tajantemente cada territorio. Aunque no eran obras maestras, tenían vitalidad. Con un poco de suerte y trabajo duro, la feria podría crear a la larga un proyecto para este tipo de instancias. Así miraríamos de cerca las estrategias que se utilizan para tratar de educar a creadores artísticos. En estos momentos el material a la mano, aunque escuelas de arte no le faltan a Santiago, era escaso.


Realidades

El problema central de Ch.ACO 2010 fue el mismo al de su versión anterior. Se hizo llamar feria de arte contemporáneo cuando precisamente lo que menos se vio fue arte contemporáneo.
Preocupa el hecho de que tantas galerías no investiguen sobre los últimos acontecimientos creativos en el mundo. Si se tienen pretensiones educativas, es necesario aclarar que las obras no son contemporáneas por el hecho de haber sido creadas en nuestros tiempos. El problema no se limita al contexto chileno. En las ferias más connotadas las mejores obras son solitarias. Esto no quiere decir que no exista solución. Las organizadoras no son culpables de la realidad, mas sí podría pensarse en un trabajo de orden y selección.
Al comienzo y final del recorrido por la feria, el espectador se encontraba con un lugar de arquitectura menos aséptica y contenido auténtico. En los Project Rooms, curados por Gonzalo Pedraza y Daniela Pérez, estaban algunas de las obras contemporáneas más competentes en América Latina. Todas eran reflexiones críticas que calan hondo. Los espacios Lugar a Dudas y Casas Riegner de Colombia, Revolver desde Perú, Gabriela Mistral por parte de Chile, Casa de Xiclet en Brasil, y Arroniz Arte Contemporáneo más Proyectos Monclova representando a México, son opciones de trabajo que defienden la diferencia. Desde los artistas brasileños, que dieron cabida a las más interesantes conversaciones sobre arte, pasando por la crudeza e ironía en la instalación audiovisual de Yoshua Okón, hasta la elegante corona de bronce con íconos del poder a cargo de Norton Maza (una de las piezas estrella del evento), todas las propuestas fueron profundas y consistentes.
La mejor forma, tanto para agradecer la existencia de hazañas como Ch.ACO como para generar transformaciones profundas en sus errores, es participando activamente en lo que está siendo nuestro mercado artístico. El mejor arte siempre ha señalado caminos, por lo que es “Imposible quedar indiferente”. Todos los artistas, editores y galeristas que se congregaron codo a codo dándole una cara la feria, incubarán muchas preguntas esperando encontrar su salida en Ch.ACO 2011. Si fueron bien protegidas y alimentadas, una vez listas para tomar aire esas respuestas saldrán solas a la luz.



Septiembre / 2010

martes, 5 de octubre de 2010

RAVOTRIL

*** Hoy se cumple un año del Performance Ravotril realizado por Prem Sarjo. El tiempo siempre ha sido un buen aliado para enriquecer al arte con nuevas lecturas, por eso el siguiente texto tiene como fin refrescarnos la memoria. ***

(Publicado en Escaner cultural)

El performance

El cinco de octubre del año 2009 Prem Sarjo ingirió una sobredosis de quince miligramos de RAVOTRIL antes de entrar a la inauguración de la primera Trienal de arte en Chile, en el Palacio de Bellas Artes de la capital. Cuando la presidenta Michelle Bachelet bajó del escenario para mezclarse con el público luego de su discurso, el artista se desplomó totalmente inconsciente junto a ella. Una mujer, tirándolo de los brazos, lo arrastró para sacarlo del lugar, cruzando la planta principal del palacio hasta llegar a la salida. Después lo hizo rodar por las escaleras. Continuó arrastrándolo, ésta vez de las piernas, por la vereda de José Miguel de la Barra hasta llegar al borde de la calle. Allí se detuvo en busca de un taxi, pero fue arrestada por la policía local que siguió la orden del jefe de escolta de la presidenta. El cuerpo de Sarjo quedó desplomado frente al museo, hasta que tiempo después una ambulancia lo hizo desaparecer de escena. Impresa en el pecho de su polera, descansaba la palabra RAVOTRIL escrita al revés.


La Trienal

La nueva Trienal de Chile anunció su estreno con bastante tiempo de anticipación. Esto dio espacio suficiente a las polémicas que se dejaron caer en avalancha. Entre ellas destacó la renuncia de Eugenio Dittborn, a quien se planeaba homenajear en el evento. El consagrado artista comentó temer que lo que comenzó siendo un homenaje terminara en una pesadilla. Se dice que Dittborn, pese a la discreción que adoptó al respecto, habló sobre la mala organización y la falta de profesionalismo en una Trienal dirigida por gente sin preparación.
Carlos Leppe, artista visual igual de emblemático y más irreverente que el primero, también se vio obligado a retirarse antes de que fuera demasiado tarde. Luego del repentino rechazo de una obra maestra propuesta por Leppe (instalar una roca gigante en el hall del Museo de Bellas Artes), la curaduría le pidió exponer una muestra que ya se había concretado en los ochenta. Quizás no esté de más decir que este tipo de gestos mata a los artistas y a la cultura nacional, condenando a ambos a ser esclavos del pasado.
La Trienal se incluía a sí misma dentro del contexto del arte contemporáneo, pero nunca existió una convocatoria. De la noche a la mañana todos los curadores y artistas se habían elegido entre ellos. Chile, aunque oficialmente se desprendió del sistema dictatorial en 1990, no ha modificado su postura frente al arte. Las obras continúan sosteniéndose en base a relaciones de grupos cerrados y podridos. ¿La Trienal es ignorante o se pasa de lista? ¿Creerá que todos los artistas, por el hecho de estar vivos hacen arte contemporáneo o se solazará en rascar la espalda de aquellos que sueltan privilegios privados? Cualquiera de las dos posibilidades terminó sujetando al país en el descrédito mundial, obligándolo a presentarse como un lugar en el que nada interesante sucede dentro de las artes visuales. Paradójicamente la reflexión central de la Trienal, según su propio discurso, fue la problemática del arte contemporáneo en relación a su propia institucionalidad.


Psicotrópico

Cada año, Chile se sitúa entre los primeros lugares mundiales en consumo de tranquilizantes psiquiátricos. El RAVOTRIL es el medicamento más usado por los chilenos. Por este motivo ha pasado a ser el preferido de farmacias y médicos, unidos en una empresa sumamente auspiciosa. Fácilmente se mantiene al pueblo anestesiado, pues pocos soportan esta realidad sin la ayuda de alguna droga. Niños, adolescentes, mujeres de todas las edades (incluyendo embarazadas y lactantes), hombres y adultos mayores obtienen recetas médicas de RAVOTRIL, debido al padecimiento de trastornos como crisis de pánico, insomnio y ansiedades incontrolables que se reprimen de esta forma. Naturalmente, es el sector económicamente privilegiado quien se puede dar el lujo de drogarse dentro de la legalidad. Los otros tienen que arreglárselas como mejor pueden. A raíz de los abismos sociales en una ciudad tan pequeña como Santiago, existe un mercado negro sumamente elaborado donde la gente sin opciones de prosperar puede adquirir esta droga a precios razonables bajo el riesgo de ser detenida.
El principal componente del RAVOTRIL es el Clonazepam. En un comienzo funcionaba únicamente como un anticonvulsivo y antiepiléptico. Ahora se receta para los más diversos padecimientos psicológicos. Este medicamento causa adicción a las dos semanas de consumo aproximadamente. Estimula efectos secundarios como depresión, irritabilidad, somnolencia, mareo, dificultades en la coordinación, pérdida de las funciones cognitivas (a los ravotrilómanos les cuesta recordar sus sueños), cansancio, nerviosismo, alteraciones varias del comportamiento, amnesia, debilidad y pérdida de la vista. Estos son sólo algunos de los daños colaterales. La psiquiatría es una ciencia en pañales y el cerebro de cada paciente es excepcionalmente único, por lo que se continúan registrando trastornos que muchas veces no salen a la luz. Pues existen medios de información farmacológica, como la página web de Farmacias Ahumada, que prefieren no entregar este tipo de datos al describir el medicamento. ''Si usted u otra persona ha ingerido una sobredosis de RAVOTRIL, debe ponerse en contacto con su médico, con un farmacéutico o acudir al hospital más cercano de inmediato'', advierte el folleto de RAVOTRIL. Pero, luego de un poco de investigación, resulta imposible confiar la vida a los responsables de la creciente fármaco dependencia en todos los chilenos y chilenas.


Reacción

El discurso de la Trienal de Chile 2009 hablaba sobre la apertura de espacios al arte contemporáneo, pero el Palacio de Bellas Artes inauguró el evento con una exposición titulada Territorios de estado. Paisaje y cartografía. Chile, siglo XIX. En ella se exhibían pinturas de éste periodo donde podía admirarse la naturaleza chilena de forma contemplativa. Fue en el contexto de esta muestra donde Sarjo, artista contemporáneo, golpeó la institucionalidad con la obra RAVOTRIL.
Una vez el artista cayó al suelo las reacciones fueron genuinas, exponiendo la naturaleza del público que desde ese momento se transformó en individuos. Sin duda el efecto que causó RAVOTRIL en Paulina Urrutia, ministra de cultura, fue el más interesante. La presidenta Michelle Bachelet, instintivamente quiso ayudar al hombre que se había derrumbado a unos centímetros de distancia. No alcanzó a hacerlo porque Urrutia la tomó fuerte del brazo como a una niña a la que hay que educar. Mientras le repetía “Es puro teatro”, se la llevó de ahí para continuar con los saludos protocolares, bloqueándole así la vista de lo que ocurría. Pues sorprendentemente, esta experta en arte dramático se equivocaba. El teatro supone actuación, y esta performance era una experiencia que estaba realmente sucediendo. Allí no había nada de teatro.
Mientras el cuerpo era arrastrado a lo largo del recinto, algunos presentes comentaban el performance con naturalidad. Otros, más desconcertados, pedían a gritos histéricos que abrieran paso al desmayado. Camarógrafos de prensa, que inundaban el lugar, se concentraron en la escena y la persiguieron hasta el final, iluminándola con ininterrumpidos disparos del flash. Parados en la salida, los guardias le abrieron la puerta a la mujer que arrastraba el cuerpo bajo la mirada del director del museo Milan Ivelic, no tanto por ayudarla, sino para que desapareciera pronto esa incómoda irrupción y todo volviera a la normalidad.
Cuando se ha llegado a la calle, el estado actúa como mecanismo de represión. La policía se acercaba sin saber qué hacer. Fue el jefe de escolta de la presidenta quien tomó la iniciativa, ordenando que se esposara a la mujer y que una ambulancia desapareciera lo más pronto posible el cuerpo del hombre que apenas respiraba. La prensa y todos los curiosos que siguieron la obra casi hasta el final, fueron obligados también a desaparecer. Supuestamente no había nada que ver. Sin embargo, ahí estaba el hombre inconsciente, ensuciando la entrada iluminada del museo, con sus brazos estirados en cruz, el cuerpo lleno de golpes y heridas como cicatrices de su camino arrastrado. El tiempo pasó lento junto con las miradas curiosas que salían de los autos y peatones que avanzaban bajo la presión furiosa de los policías, hasta que llegó la ambulancia.
Sarjo fue golpeado antes de llegar a la Posta Central. Luego de ser trasladado a otro hospital, llegó a la Comisaría, donde lo investigaron e interrogaron. Fue acusado por disturbios públicos. La causa más importante que alimentó la desconfianza de los responsables de la seguridad ciudadana era el hecho de que la presidenta estuviera presente cuando RAVOTRIL sucedió. Un disturbio público de cualquier tipo frente a la figura presidencial se toma como una amenaza y un peligro contra el estado. Es en estos casos donde la ley actúa con más fuerza. Toda esta censura contribuye a la imposición de algo muy simple: ocultar el panorama real a aquella persona que debiera estar enterada de todo lo que sucede.


Lo que no se ve

Uno de los tantos problemas que prometió abordar el curador Tricio Escobar en la Trienal de Chile 2009 fue “… la discusión política sobre la cuestión indígena. Así mismo, preocupaciones sobre la intersección entre el arte indígena, el popular y el contemporáneo”. En el sur del país una serie de transnacionales y multimillonarios chilenos, roban las tierras que han pertenecido a familias mapuche desde antes de la conquista. Este sistema se sostiene siempre por medio de la violencia. La policía, pagada por el gobierno, hace sus entradas triunfales armada hasta los dientes. Muchos indígenas mapuche han decidido crear barreras pacíficas de defensa, sentándose en fila silenciosamente, para proteger con humildad lo que les pertenece. Otros, dispuestos a todo antes de ser obligados a mendigar o convertirse en esclavos, pelean con todo su cuerpo hasta la muerte. Tanto los primeros como los segundos son golpeados y, una vez indefensos, arrastrados de brazos o piernas hasta desaparecerlos del lugar. Esta imagen coincide de forma siniestra con el performance RAVOTRIL.
Mientras la vida de Sarjo pende de un hilo, es retirado como bolsa de basura de un lugar donde no es deseado. El performance trabaja como la metáfora de esa institucionalidad a través del cuerpo, que la soporta. El artista responde al medio cultural en su país al igual que Dittborn o Leppe, pero a través de una obra. La reacción que su performance produce sólo demuestra que es imposible hacer arte de verdad dentro de los límites de la institucionalidad. Tristemente, Chile no está preparado aun para una Trienal de arte contemporáneo. Alrededor de todo el mundo, Bienales y Trienales absorben manifestaciones aun más conflictivas como parte de la producción a la que se está llamando, pues se entiende que es en esos espacios donde los artistas tienen la responsabilidad de expresarse sobre todo si es en contra. Sin embargo, si son necesarias este tipo de experiencias para que los engranajes de un sistema opresor salgan a la luz, bienvenidas sean.
La obra de Prem Sarjo ha sido censurada y eliminada de los medios locales de una forma determinante. No fue una sorpresa para él que el performance fuera silenciado. El día posterior a la inauguración adornó sus diarios e informes televisivos con solemnes noticias donde se relató el pacífico éxito de la inauguración de la Trienal de Chile 2009. Nada dejó ver que una situación no esperada había ocurrido. Las cintas de los camarógrafos que siguieron la escena hasta el final fueron omitidas tras una decisión invisible. Pedazos de realidad quedaron excluidos para siempre, así como la presidenta arrastrada por el brazo de una ministra de cultura que no supo consumir la única manifestación artística contemporánea del momento. Bajo la nube del RAVOTRIL los individuos se convierten en masa. Sobre ella, unos pocos ríen a carcajadas y se llenan los bolsillos ambicionando la presidencia de un país tan fácil de manipular. El golpe de este performance, superficialmente violento, debería leerse como una declaración de amor. Se trata de amor al arte, que sobrepasa al amante hasta jugar su propia vida por él. Pero sobre todas las cosas, lo que prevalece en RAVOTRIL y que tal vez ni siquiera el artista alcanza a observar, es el amor por su país. Un país dormido que esconde en sus sueños olvidados el poder de despertar.


miércoles, 22 de septiembre de 2010

Francisco Papas Fritas: El retorno de las utopías

(Publicado en Arte al límite)


*** Dialogando con las manifestaciones más contemporáneas, estos trabajos quieren hacer del arte el medio por donde los cambios globales encuentren su camino ***

Su nombre recuerda el alimento más consumido entre los jóvenes chilenos. También funciona como comentario sobre la importancia que se le da en este país a los apellidos. Tanto la comida como el rastro genealógico, carecen de contenido. Ni las papas fritas son nutritivas ni el apellido ilumina la naturaleza de una persona. Las interpretaciones son muchas, y solo dependen del lugar de donde vienen. Así, se entra en esta obra desde un chiste lingüístico que envuelve estudios más profundos.
Francisco Papas Fritas (Santiago 1983-) tiene veinte años cuando comienza a hacer proyectos, convirtiendo sus carencias en ventajas. Al no poder darse el lujo de gastar el dinero que las universidades exigen, decide ser autodidacta y tomarse en serio su educación. Encuentra formas para que vida y trabajo sean un mismo cuerpo de ideas coherentes. Investiga sin descanso desde su casa en San Miguel. Se convierte en un erudito en política y arte contemporáneo. Le preocupan los seres humanos asfixiados bajo esas dos estructuras gigantes, y localiza conductos donde ambas se explican mutuamente. “Cuando dios hizo el arte contemporáneo me hizo a mí” (2006) es la instalación de uno de esos conductos. Se ha retratado a sí mismo como artista discapacitado mental. Situaciones de alerta emergen de la oscuridad para posarse frente a la vista de todos. Somos parte de un sistema que inhabilita tanto al arte como a la gente con problemas físicos pero, a diferencia de estos, pareciera que el arte ha perdido interés por ser útil a la sociedad.
Francisco observa cómo todos sus colegas deben hacer reverencias al gobierno, quien los pone a prueba determinando su disposición a seguir protocolos, llenar formularios complicados y reunir exhaustivas informaciones perdiendo meses de energía. Finalmente se premia al que se enmarca mejor dentro de la lógica de ese gobierno de turno, financiando en parte su propuesta. El tatuaje “Fotocopiar el Edén” (2007) afirma su apreciación de esa realidad. Muchos montan en cólera, sobre todo aquellos vinculados al mundo artístico. Se dan cuenta de que reproduce descaradamente obras de la historia del arte contemporáneo. “Copiar y pegar, contextualizar y listo”, responde él. Después de un año entrega su cuerpo en “I see death people” (2008). Dentro de una instalación, expone su espalda desnuda a quien quiera golpearlo con un látigo a cambio de dinero. Les permite dar rienda suelta a su indignación para depositarla en forma de heridas. De paso, profundiza en sus indagaciones sobre el “Fascismo mágico”. Él intuye que todos los chilenos tienen un fascista reprimido en su interior, que sólo existe a modo de fantasma. En esta obra ese fantasma es una realidad palpable.
La antigua ministra de cultura Paulina Urrutia se ha convertido en “Santa Paulina de Las Artes” (2008), una virgencita a quien los artistas ponen velas y rezan para que conceda el milagro de algún proyecto. Ella los mira en una risa de actriz que contrasta con el analítico humor del artista. Luego desaparece en las grises profundidades del Río Mapocho, donde se la tira tras convocar a una procesión en su honor.
Varias piezas de Francisco son visualmente sucias. Reproducen rayones en las calles y baños públicos, se alejan de la sobriedad abstracta para encontrarse con realidades concretas. En momentos es abrumadora la sobreabundancia de información. Las instalaciones no son formas fijas en el espacio, sino que pueden mutar haciendo aparecer trazos y palabras que la alta cultura considera groseras. Y es que él no se impone la tarea de perseguir la belleza. Le parece inútil, considerando que la naturaleza es en sí lo bello y no hay nada que agregar. Hace una diferencia entre ética y estética dando absoluta prioridad a la primera. “Salamaleicom” (2009) parecería una de las acciones más limpias. Es sábado y frente a la embajada de Israel un palestino está encerrado en una caja como las que usaban los nazis para torturar. Cuando sale de su apretada oscuridad, toma la copa que se usa en las ceremonias del judaísmo, y deja caer en su cara el contenido de sangre artificial. Este último detalle es, consciente o inconscientemente, el sello de éste artista que aleja al arte del terreno de la elegancia.
Su generación es producto de la decepción de las utopías. En cambio él las persigue con la misma fuerza con que nuestros padres y abuelos necesitaban alcanzarlas. Hay en estos trabajos una fe genuina en el ser humano o, como él lo llama, “el sujeto social”. Las treinta y dos obras, que ya han avanzado por América, Europa y Asia, son ingenuas dentro de toda su erudición. Están siempre mirando hacia delante con un dejo de idealismo. Observan el día en que ya no será necesario luchar, y el arte habrá muerto con una sonrisa.






sábado, 11 de septiembre de 2010

Arte chino contemporáneo en Santiago de Chile

Grandes comunidades / Pequeños gustos.


China ha aparecido en el mapa como un lugar al que artistas de todo el mundo desean llegar. Al instalarse el capitalismo, el arte pasó a ser una atractiva forma de inversión. Millonarios chinos construyeron colecciones privadas con una rapidez asombrosa, la mano de obra de primera calidad amplió los espectros de producción y los talleres artísticos se instalaron en galpones enormes que reclamaban trabajos monumentales. Estas son condiciones con las que Chile está a años luz de distancia. Por estos y otros motivos es un evento importante la muestra “Comunidad de Gustos. Arte chino desde el 2000” que ha inaugurado el Museo de Arte Contemporáneo del Parque Forestal, poniéndose en marcha a todo vapor luego de haber sufrido dolorosos daños con el terremoto de febrero.
La curaduría, a cargo de Xia Jifeng y su equipo compuesto por Sun Jianchun y Zuo Jing, propone a veinticuatro artistas de diversas generaciones que se han dedicado a observar su propia cultura actual. Aparte de este aspecto no hay una línea clara de selección. “Tras la revolución industrial, la historia occidental siempre ha razonado acerca del resto con sentimiento de arrogancia y superioridad, especialmente en lo que respecta a la literatura y el arte”, señala Xia Jifeng tocando uno de los puntos más sensibles. Pues en China se habla de arte contemporáneo desde hace décadas, pero en la práctica lo que se hacía era copiar de forma más bien burda las producciones de Occidente. Según esta observación lo que se presenta son ejemplos de manifestaciones que ya dan sus primeros pasos sin sostenerse de referentes externos.

Lo moderno y lo contemporáneo
Algo difícil de ignorar al recorrer el segundo piso del museo que se ha tomado la muestra, es el desnivel entre los trabajos pictóricos y los de formatos más contemporáneos. El contenido que puede extraerse de los óleos, dibujos o acrílicos se detiene en un punto desde el cual no puede seguirse profundizando más. Una vez se han usado las propias herramientas de lectura hasta agotarlas, la mirada se aleja de los cuadros con las manos vacías. Esto recuerda una observación que se hace cada vez con más frecuencia: Las obras más importantes del último siglo no suelen ser pinturas sino performances, instalaciones, videos, acciones, intervenciones y algunas fotos. Por eso nunca está de más plantear la pregunta ¿Le queda algo por decir a la pintura?
Pareciera que las telas y papeles no alcanzaron a avanzar hacia el siglo XXI junto con el resto del grupo. En cambio la fotografía es mucho más sugerente y poderosa. Dong Wensheng renueva temas que el arte ha tratado reiteradamente. Tanto en “Un estudio de la fenomenología del espíritu” como en “Yidam” se hace una introversión sobrecargada de hermosura en un esqueleto y un cráneo que están siendo invadidos por la vida vegetal. Por otro lado, Han Lei investiga los cambios que se producen en una persona a la que se le ha dado un objeto descontextualizado antes de ser retratada. El tríptico “Pan Jinlian actuando de conejita” deforma ligeramente el cuerpo de una mujer posando desnuda. Su mirada asegura el hecho de que el erotismo excede por mucho a los cánones cerrados de belleza. Reclama su entrada en este recuento la foto de Gu Wenda “Farol celestial- Palacio del té-100”. En ella la tradición china enviste un edificio al que no podremos dejar de observar como obra de arte desde el ojo de la cámara. Es un personaje extraño dentro de su contexto citadino, y se ve solitario en toda su magestuosidad que mira hacia un pasado demasiado lejano.

El cuerpo del espectador
La mayoría de la gente no mira los videos completos en la exposición. Sin embargo las piezas son muy ingeniosas, y hay algunas que especialmente merecen robarse toda nuestra atención por unos minutos. Zhou Xiaohu construye en “Conspiración” un díptico audiovisual. Por un lado, se ve una mano dibujando animaciones en papel. Por otro, las animaciones se transforman invadiendo el torso y la cara de una mujer. De esta piel femenina emerge una historia con mensajes políticos que estallan cuando unos gritos de multitud superan el sonido de la música. Siguiendo un camino más poético, el mismo Dong Wensheng hace seguir de cerca “El viaje de la tortuga a su tierra natal”. En la cinta nos vamos familiarizado con el animal prehistórico lleno de crustáceos que avanza sin prisa, dentro de su propio andar del tiempo, hasta que finalmente vemos con él la imagen de un cohete despegando. La cámara sigue la cola de humo. Entonces se tiene la nostálgica sensación de desaparecer junto con la tortuga que se ha quedado atrás.
Desde el momento en que se entra al museo por la puerta lateral una situación irregular aparece aislada. Es el trabajo instalativo de Liu Wei “Mientras yo lo vea”, donde hay algunos objetos rebanados. Aparecen como por arte de magia nuevos espacios y nuevas formas de reflexión ante los cuerpos que el ser humano ha construido para facilitar su vida. Esta sutil extrañeza crea un espacio de lejanía en el espectador, no así la instalación “Pequeño negocio. Juego de pescar” de Jin Shi. Este es un encantador triciclo oxidado con el asiento roto. En su parte trasera se ha instalado una pequeña tina con plantas y animales acuáticos de plástico. Hay muchos juguetes para pescar, y otros que sirven como decorativos temáticos. Tiene un pequeño techo de tela con flecos que deben imaginarse bailoteando en el aire al avanzar. Es una explosión de colores. Todos los niños que entran a la sala corren hacia la obra para tomar los objetos que posan ahí, y todos los padres les recuerdan con voz severa que no pueden tocar nada. Este es un trabajo que llama al espectador a ser parte de él. Solo esos niños que rompen las normas museísticas lo han entendido de verdad. En cambio la obra “Serie Cascos / Naturaleza” de Lian Shaoji reclama una distancia respetuosa. Pues el artista ha criado gusanos de seda para que trabajen por mucho tiempo sobre estructuras metálicas de cascos, cubriéndolos así con una suavidad contradictoria.


Intercambios culturales
El espectador interesado en arte chino saldrá del museo pensando en artistas ausentes. Aunque hay obras que no se olvidan, esta exposición que viajará a la Bienal de Sao Paulo contiene demasiados desequilibrios notorios. Por eso seguirá dando lugar a la crítica. “Por favor ten presente que aún nos queda mucho camino por recorrer”, dice Zuo Jing colocando amablemente el parche antes de la herida.
Esta visita es parte de un intercambio cultural. Los trabajos de veinticinco artistas chilenos elegidos por el director del MAC Francisco Brugnoli viajarán a Beijing para detenerse en el Centro de Arte Contemporáneo de Iberia durante los meses de noviembre y diciembre. La muestra se llamará “Imagen local- Chile Arte Actual” y sin duda causará controversia. ¿Estos artistas nos representan? Me apresuro a opinar que no, pues se han dejado afuera trabajos por mucho más competentes a nivel internacional. La obra que sobresale es “Free Trade Ensambladura” de Máximo Corvalán. En ella, una escultura de un cadáver seco atacameño pre-incaico, es atravesada por luces de neón azul que forman la palabra “welcome”. La instalación es un comentario ácido que se abre a muchas advertencias y, así quiero creer, salvará a Chile como un país en que el arte contemporáneo perfora los cuerpos muertos de la institución para hacerse presente.



Agosto / 2010

sábado, 4 de septiembre de 2010

"Watever Works" Una simple mirada hacia el pasado

(Publicado en La panera)

“Whatever Works”
Una simple mirada hacia el pasado


A sus setenta y cuatro años, con cuarenta películas dirigidas, el escritor, director, actor y músico Woody Allen ha ido dejando tras de sí momentos que ya forman parte del inconsciente colectivo cinematográfico. En ellos se mezcla el jazz con largas conversaciones de sobremesa. Aparecen personajes enmarcados por la gran ciudad de Nueva York y todas sus complejas relaciones humanas. La constante soledad del hombre ante un universo frío e indiferente choca con una genuina preocupación por Dios, y el sexo es la religión por excelencia de muchos. Cada tanto, un sueño ilustra ante espectador el panorama íntimo de quien creía conocer. Las sesiones psicoanalíticas pasan por la cámara al mismo nivel que los partidos de tenis, las rutinas de magia, los libros y las irresistibles mujeres problemáticas. Allen ha logrado crear un universo que concentra los ideales y obstáculos de cierta sociedad contemporánea, y lo ha hecho sin dejar de sorprendernos de vez en cuando con un material inusitado.
“Whatever Works” (2009), traducida como “Si la cosa funciona” parece dar unos cuantos pasos en reversa. Reuniendo los lugares comunes allenianos para refrescarnos la memoria, el filme retoma la comedia con un antiguo guión escrito en los setentas, y vuelve a la querida Manhattan de Woody luego de cuatro películas filmadas en Europa. Este período europeo tuvo altos y bajos. La obra maestra “Match Point” (2005) fue seguida por una decepcionante “Scoop” (2006). Allen se levantó de nuevo con “Cassandra´s Dream” (2007), una de sus películas más elegantes visualmente, para caer de nuevo con una mal lograda “Viky Cristina Barcelona” (2008). Mucho se ha comentado acerca de la inestable calidad de su trabajo, y “Whatever Works” no se apartará de esta discusión. Aquellos que ya extrañaban el clásico sentido del humor alleniano, se llevarán una grata sorpresa, pues Woody les mostrará que no ha olvidado cómo hacerlo. Quienes, en cambio, aprecien la búsqueda investigativa que el cineasta ha podido ampliar gracias a la libertad que Europa le abre, recibirán la cinta como un simpático descanso, mas no un avance.


La tradición cómica judeo- neoyorquina
Lo único que falta para que esta película se observe ante el pasado como en un espejo es la actuación de Woody Allen en el papel de Boris Yellnikoff. En su lugar, se encuentra una actual estrella del stand up comedy: Larry David, coautor- productor de la afamada serie de televisión “Seinfeld” y creador-protagonista de la serie autobiográfica “Curb Your Enthusiasm”. No debe pasarse por alto el hecho de que Allen compare en entrevistas a David con Groucho Marx, su maestro de la comedia. Al decir esto, Woody unifica los momentos dispersos de la tradición cómica judeo- neoyorquina, y los enriquece con una coherencia narrativa. En esta historia a voces, Groucho es quien comienza a hablar. Con frases socialmente irreverentes como “Nunca olvido una cara, pero con usted haré una excepción”, y “El matrimonio es la primera causa de divorcio”, Groucho entrega una actitud cómica que Allen nombrará con su propio lenguaje para hacerla suya. Además de la histriónica expresión corporal situada en el centro del clown y el bufón en sus momentos más cómicos, Woody rescata sobre todo la costumbre de Marx de hablar sobre sexo sin ningún tipo de agregado moral, y lleva ese ejercicio hasta sus últimas consecuencias. Comentarios como “Mi cerebro es mi segundo órgano favorito” son la apropiación de una referencia a Groucho. Si le creemos a Woody Allen y consideramos a Larry David como el eslabón que hasta el momento encabeza dicha estructura, muchos posibles interrogantes luego de ver “Whatever Works” podrán ser despejados.


Actores en desuso
Una causa de extrañamiento que surge a raíz de esta película es la falta de complejidad psicológica en todos los personajes que rodean a Boris Yellnikoff. Él es el único eje que moviliza la acción en la trama, mientras que los demás son elementos estratégicos para estimular su comportamiento. Las actuaciones secundarias son planas, predecibles y estereotipadas. Ni siquiera Patricia Clarkson, a quien le debemos una de las pocas escenas interesantes en “Vicky Cristina Barcelona” y que en este caso interpreta a una mujer que se deshace de sus prejuicios luego de haber vivido en total estrechez mental, alcanza a construir una interioridad convincente. El caso de Melody, el papel más importante luego de Boris a cargo de Evan Rachel Wood, no es una excepción. Melody es un resumen del clásico personaje simple e ignorante que paradójicamente termina dando profundas lecciones de vida a genios e intelectuales. La actuación de Wood funciona, pero no tiene los alcances de la lavandera muda Hattie en “Sweet and Lowdown” (1999) o la prostituta Linda Ash de “Mighty Aphrodite” (1995), versiones del mismo caso. Todos pasan desapercibidos ante Boris, aun considerando que Larry David no es actor. Este fue el motivo por el cual, en un comienzo, rechazó con temor la invitación de Allen a ser el protagonista de un antiguo guión. Sin embargo, el director neoyorquino ya había tomado la decisión. No iré tan lejos para coincidir con Woody Allen en que Larry David resultó ser un actor muy agraciado, pero consigue sostener la comedia sin esfuerzo.


Metamorfosis de un personaje
Boris encarna todos los aspectos más negativos de los personajes de Woody Allen, por eso es tan gracioso. Puede pensarse en él como la semilla de Mickey en “Hannah and Her Sisters” (1986). Como él, es hipocondríaco, neurótico e infinitamente decepcionado de la vida. Allen muestra literalmente este paralelo cuando lo vemos, igual que al otro, bajando unas escaleras mientras grita aterrorizado que va a morirse, no hoy, pero tarde o temprano. Ambos personajes ya conocieron el éxito amoroso y profesional sin haber sido nunca felices, y han intentado suicidarse sin éxito. La diferencia con Mickey es que Larry David lleva el personaje a un grado de degradación extremo. Su departamento es un espacio descuidado al igual que la vestimenta con la que se desplaza por la vida en una clara actitud de haberse rendido. No le interesa el sexo ni las mujeres, y jamás podríamos imaginarlo leyendo un libro. Podría decirse que el estado de abandono en Boris corresponde al hecho de que es un hombre que ya pasó por cualquier intento de levantarse y viene de vuelta, pero es más que eso. Algo que se ha perdido por completo en Larry David es la sensibilidad estética de Groucho y Woody, y esto es evidente al ver cualquiera de sus series de televisión. Para el espectador amante de la belleza, esta será una película degradante.


Nada es para siempre
La transformación no alcanza a visualizarse, pero viene acompañada del amor. Allen muestra una vez más cómo el ser humano, por más consciente que sea respecto al sin sentido de la vida y a la inestabilidad de las relaciones, terminará volviendo a apostar por la felicidad cuando se enamore. Ni siquiera el hecho de saber que su relación no podría durar lo detiene, pues como decía Mickey “El corazón es un músculo muy flexible” y todos los personajes de “Whatever Works” lo demuestran. Este es el punto en que la racionalidad humana deja ver sus grietas e insuficiencias. “Nada es para siempre. Ni siquiera Shakespeare o los griegos”, dijo Melody parafraseando a Boris. Al casarse con ella, éste reafirmará la teoría que comparte con el espectador al comienzo de la película: Si la cosa funciona, mientras que no lastimes a nadie, deberás sentirte satisfecho. La contradicción aquí es que es imposible no lastimar a nadie. El sufrimiento es ineludible porque alguien tendrá que perder al final. Pero algo que Woody Allen ha ofrecido una y otra vez es el comprometido estudio de la naturaleza humana, la cual está hecha de contradicciones.


La mala gestión
El motivo por el cual “Whatever Works” aun no visita nuestras salas es simple y absurdo. La incompetencia de los distribuidores nos tiene consumiendo el pan duro de la canasta fresca de la cultura. Mientras tanto, Allen ya estrenó su nueva película “You Will Meet a Tall Dark Stranger” (2010), filmada en Londres, una historia en que comedia y drama comparten protagonismo. El elenco ofrece actores como Anthony Hopkins, Naomi Watts y Antonio Banderas. Sin duda atraerá tanta audiencia como sea posible, pero por el momento países mal gestionados como Chile tendrán que esperar a que se les considere como un público al que vale la pena alimentar con buen cine. Luego de reflexionar sobre esto resulta cómica, si sabemos apreciar el humor negro, la imagen de Boris en el afiche de la película. Alzando los hombros, nos mira con la cara de alguien que conoce bien la realidad y no comprende nuestra sorpresa. “No esperen nada de mí”, dice como única respuesta.



Junio / 2010

El comienzo de una novela

Blanco sobre blanco


I
Mucho tiempo ha transcurrido ya. Lo nota por el desplazamiento del sol reflejado en la nieve. Las sombras se hacen largas, así como su hambre es cada vez más feroz. Parado sobre el hielo, espera atento frente a una grieta a que alguna foca anillada salga a respirar. Tal vez podría tener suerte para atrapar una ballena beluga, pero no se siente con suficientes fuerzas para un tipo de cacería de esa magnitud. Dos veces un lomo liso y brillante ha aparecido fuera del hielo, pero no ha sido lo suficientemente rápido. En una ocasión, su mirada se encontró con los ojos de un animal que no reconoció. La aparición se desvaneció rápidamente, pero no su expresión de miedo. Él también tiene miedo. Hace muchos días y noches que no come nada más que bayas, pasto y una gaviota que atrapó por desesperación. Detesta esa clase de alimento. Sólo le provoca más hambre. El tiempo sigue pasando, a juzgar por el cambio de temperatura y el nuevo color de la nieve, que de gris metálico ha mutado sorpresivamente al rosado. Mira por debajo de sus patas: el agua corre muy rápido bajo la gruesa capa de hielo, que se desprende en pequeños pedazos. Se escuchan golpear unos con otros en medio de las corrientes marinas que al encontrarse chocan en un ruido ensordecedor. Sabe que es difícil para los animales que allí nadan reunir fuerzas para no ser arrastrados hacia mar adentro. La mayoría, al igual que él, no ha comido nada. También sabe que no pueden aguantar demasiado la respiración, y el tiempo sigue pasando. Escucha gritos ensordecidos por el agua congelada. Cree ver otra cabeza y un ruido discreto de aire entrando a los pulmones, pero demasiado lejos para correr hasta ahí antes de que se sumerja. Si su visión no lo engaña, aquella cabeza pertenece a una ballena beluga. En este momento, sin embargo, no puede confiar en sus seis sentidos, que enloquecen con el hambre. Ya le ha ocurrido otras veces. Sabe que el alimento se encuentra a pocos metros de él, así que se deja caer en la grieta que comunica al mar bajo sus patas. Se sumerge por completo, abre los ojos y se encuentra en el centro de un grupo de ballenas que ahora nadan en todas direcciones para alejarse del predador intruso. Muchas le rozan el cuerpo. Impulsándose con sus patas delanteras, trata de atrapar a varias, pero sólo consigue darles unos buenos rasguños. El olor de la sangre abre más su apetito, y se sujeta a una hembra beluga con todas sus garras. Ella sacude su cuerpo, nadando muy rápido, hasta mandarlo lejos, donde choca con una pared celeste. El color de las belugas se confunde con el agua petrificada. Tras las paredes de hielo cruzan sombras veloces que simulan el cuerpo de los animales. Varias veces se abalanza contra alguna y su hocico choca con las heladas cavernas del subsuelo marino. Pronto se agota el aire de sus pulmones, y sus dos patas delanteras se apuran en buscar una salida. La luz del exterior entra por todas partes, formando anchas proyecciones. Se acerca a una grieta que alcanza a iluminar su cuerpo entero, asomando apenas la nariz. Hace un esfuerzo por golpear la grieta con su cabeza, pero no cede. Entonces se queda ahí unos segundos para tomar un poco más de aire. Sus patas se balancean con movimientos ligeros y acelerados. De no ser por la corriente que le impone resistencia, podría permanecer en ese lugar lo suficiente como para llenarse de aire y darle otro intento a la cacería. Siente que sus fuerzas se agotan. La corriente lo arrastra. Está dejando de hacer esfuerzos inútiles con sus patas cuando ve encima suyo una enorme ventana por donde se ve el cielo púrpura. Sale de un salto a la superficie y cae con su estómago en la nieve blanda. Se queda así unos minutos, sintiendo solamente el placer de respirar. La sal del mar le lastima la piel, por lo que restriega todo su cuerpo en la nieve para liberarse de ella. La noche ya no tarda en llegar, y nuevamente tendrá que soportar el hambre. Otro día perdido. Vuelve a la grieta que le salvó la vida y se instala ahí, listo para atacar a cualquier bestia. Oculta su nariz en la nieve para confundirse con el panorama blanco y espera. No piensa en nada. Su mente también está en blanco. Ni siquiera piensa en la presa que tiene que capturar para sobrevivir. Ese estado de vacío mental, en consonancia con el vacío estomacal, es singularmente parecido a aquel que experimentó en sus primeros meses de vida, antes de conocer la nieve.













II

Lo abrazaba la oscuridad. Por ningún lado había luz, color u otra forma de visión que luego conocería. El dolor o los placeres eran cuestiones inconcebibles, como el hambre o la hermosa saciedad. Tampoco sentía calor ni frío. Su cuerpo no le ofrecía sensaciones de textura: suave, áspero, blando, duro, serían comunicaciones que su cuerpo enviaría en varios meses al cerebro. En ese entonces, ni siquiera tenía cerebro para hacer conciencia del mejor momento de su existencia. Entonces ¿por qué tenía recuerdos de su primer tiempo en la vida? Flotar en un líquido de temperatura justa. Desplazarse lentamente. Suspenderse acompasado con los ecos de algún movimiento externo. Eso era todo. Un día ―o noche, cómo saberlo― se quedó adherido a una de las paredes del útero. Era la primera sensación que tenía: suavidad, humedad y blandura. La delgada capa del órgano se estiraba y encogía lentamente. Casi de forma inmediata empezó a escuchar. Primero los latidos de un corazón que lo mantenían adormecido. Luego, sonidos extraños, que nunca logró reconocer. Venían de muy lejos, atravesaban el agua en donde él permanecía en duermevela y se quedaban rebotando por tiempos interminables. Algunos tensaban su cuerpo que ya crecía. Lo sabía porque ahora se tocaba con sus extremidades. Podía pasar mucho tiempo concentrado en descubrirse a sí mismo, pero luego llegaban los sonidos extraños y una grieta de hielo se abría en su estómago. Después descubriría que esa grieta era miedo y nada más. Nunca lo abandonaría; sería la sensación que lo visitaba con más frecuencia en su vida. Comprendió que estaba dentro de un ser viviente. Le llegaban sentimientos profundísimos que no le pertenecían, pero que experimentaba como si fueran propios. El hambre venía en momentos, y era parecida a la grieta de hielo que produce el miedo, pero con una sutil diferencia: cuando el agujero se llenaba daba paso a un estado de lo más placentero. En esta época podía diferenciar los momentos en que estaba dormido de cuando despertaba. Una vez, por ejemplo, soñaba con el tiempo en que su cuerpo informe flotaba sin dirección y una sacudida tremenda lo despertó de un sobresalto. El temblor fue interminable. Escuchaba ruidos que provenían de un lugar un poco más arriba que él. La oscuridad se pobló de extrañas visiones, si se pudiera llamarlas así, ya que faltaba mucho para que abriera los ojos por primera vez. Veía colores, y creía que le golpeaban la cara. Los ruidos guturales se hacían más roncos e incrementaban su intensidad. Creyó que ese era el fin de los tres. Simplemente lo supo. Pero no fue así. El estruendo se detuvo, el terremoto cesó, y sólo quedaron los ecos amortiguados por la flexibilidad de la pared de su hogar. Fue así, en esa ocasión de extraña alarma, cuando se dio por fin cuenta de que no estaba solo en el útero. Eran tres los que vivían en un mismo cuerpo: su madre, él y uno más que había flotado a su lado durante esa larga etapa perfecta, y vivido otro lapso en la pared contraria a la suya, creciendo, como su propio espejo. Desde ese momento su propia existencia se hizo mucho más compleja. Cuando sentía hambre pensaba en su madre, y le pedía con movimientos bruscos comida. De igual forma, las veces que el miedo lo invadía pataleaba con una extremidad para que a su hermano le llegara el mensaje en ondas líquidas. Él las recibía y respondía con otras. De ese modo, ya no se sentía solo. La nueva presencia tenía también otro tipo de ventajas. Cuando crecieron un poco, podían tocarse, y jugaban a adivinar sus propios movimientos a través de la membrana que los separaba. Sin ponerse de acuerdo, coordinaron sus fuerzas para comunicarse con la madre, y ella les respondía con sonidos que ya no tenían tanto espacio para quedarse rebotando, sino que llegaban claramente a sus oídos y luego desaparecían. Fue en ese entonces cuando el espacio se redujo hasta que él y su hermano no pudieron moverse más. Entonces se vio obligado a olvidar todas las cosas que había aprendido a hacer en su trayecto por la vida. Pero no pudo olvidar a sentir, ni a tener pensamientos, que eran colores en su cabeza. En los últimos instantes dentro del útero quiso volver a ser ese embrión que tenía la mente en blanco.


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