martes, 5 de octubre de 2010

RAVOTRIL

*** Hoy se cumple un año del Performance Ravotril realizado por Prem Sarjo. El tiempo siempre ha sido un buen aliado para enriquecer al arte con nuevas lecturas, por eso el siguiente texto tiene como fin refrescarnos la memoria. ***

(Publicado en Escaner cultural)

El performance

El cinco de octubre del año 2009 Prem Sarjo ingirió una sobredosis de quince miligramos de RAVOTRIL antes de entrar a la inauguración de la primera Trienal de arte en Chile, en el Palacio de Bellas Artes de la capital. Cuando la presidenta Michelle Bachelet bajó del escenario para mezclarse con el público luego de su discurso, el artista se desplomó totalmente inconsciente junto a ella. Una mujer, tirándolo de los brazos, lo arrastró para sacarlo del lugar, cruzando la planta principal del palacio hasta llegar a la salida. Después lo hizo rodar por las escaleras. Continuó arrastrándolo, ésta vez de las piernas, por la vereda de José Miguel de la Barra hasta llegar al borde de la calle. Allí se detuvo en busca de un taxi, pero fue arrestada por la policía local que siguió la orden del jefe de escolta de la presidenta. El cuerpo de Sarjo quedó desplomado frente al museo, hasta que tiempo después una ambulancia lo hizo desaparecer de escena. Impresa en el pecho de su polera, descansaba la palabra RAVOTRIL escrita al revés.


La Trienal

La nueva Trienal de Chile anunció su estreno con bastante tiempo de anticipación. Esto dio espacio suficiente a las polémicas que se dejaron caer en avalancha. Entre ellas destacó la renuncia de Eugenio Dittborn, a quien se planeaba homenajear en el evento. El consagrado artista comentó temer que lo que comenzó siendo un homenaje terminara en una pesadilla. Se dice que Dittborn, pese a la discreción que adoptó al respecto, habló sobre la mala organización y la falta de profesionalismo en una Trienal dirigida por gente sin preparación.
Carlos Leppe, artista visual igual de emblemático y más irreverente que el primero, también se vio obligado a retirarse antes de que fuera demasiado tarde. Luego del repentino rechazo de una obra maestra propuesta por Leppe (instalar una roca gigante en el hall del Museo de Bellas Artes), la curaduría le pidió exponer una muestra que ya se había concretado en los ochenta. Quizás no esté de más decir que este tipo de gestos mata a los artistas y a la cultura nacional, condenando a ambos a ser esclavos del pasado.
La Trienal se incluía a sí misma dentro del contexto del arte contemporáneo, pero nunca existió una convocatoria. De la noche a la mañana todos los curadores y artistas se habían elegido entre ellos. Chile, aunque oficialmente se desprendió del sistema dictatorial en 1990, no ha modificado su postura frente al arte. Las obras continúan sosteniéndose en base a relaciones de grupos cerrados y podridos. ¿La Trienal es ignorante o se pasa de lista? ¿Creerá que todos los artistas, por el hecho de estar vivos hacen arte contemporáneo o se solazará en rascar la espalda de aquellos que sueltan privilegios privados? Cualquiera de las dos posibilidades terminó sujetando al país en el descrédito mundial, obligándolo a presentarse como un lugar en el que nada interesante sucede dentro de las artes visuales. Paradójicamente la reflexión central de la Trienal, según su propio discurso, fue la problemática del arte contemporáneo en relación a su propia institucionalidad.


Psicotrópico

Cada año, Chile se sitúa entre los primeros lugares mundiales en consumo de tranquilizantes psiquiátricos. El RAVOTRIL es el medicamento más usado por los chilenos. Por este motivo ha pasado a ser el preferido de farmacias y médicos, unidos en una empresa sumamente auspiciosa. Fácilmente se mantiene al pueblo anestesiado, pues pocos soportan esta realidad sin la ayuda de alguna droga. Niños, adolescentes, mujeres de todas las edades (incluyendo embarazadas y lactantes), hombres y adultos mayores obtienen recetas médicas de RAVOTRIL, debido al padecimiento de trastornos como crisis de pánico, insomnio y ansiedades incontrolables que se reprimen de esta forma. Naturalmente, es el sector económicamente privilegiado quien se puede dar el lujo de drogarse dentro de la legalidad. Los otros tienen que arreglárselas como mejor pueden. A raíz de los abismos sociales en una ciudad tan pequeña como Santiago, existe un mercado negro sumamente elaborado donde la gente sin opciones de prosperar puede adquirir esta droga a precios razonables bajo el riesgo de ser detenida.
El principal componente del RAVOTRIL es el Clonazepam. En un comienzo funcionaba únicamente como un anticonvulsivo y antiepiléptico. Ahora se receta para los más diversos padecimientos psicológicos. Este medicamento causa adicción a las dos semanas de consumo aproximadamente. Estimula efectos secundarios como depresión, irritabilidad, somnolencia, mareo, dificultades en la coordinación, pérdida de las funciones cognitivas (a los ravotrilómanos les cuesta recordar sus sueños), cansancio, nerviosismo, alteraciones varias del comportamiento, amnesia, debilidad y pérdida de la vista. Estos son sólo algunos de los daños colaterales. La psiquiatría es una ciencia en pañales y el cerebro de cada paciente es excepcionalmente único, por lo que se continúan registrando trastornos que muchas veces no salen a la luz. Pues existen medios de información farmacológica, como la página web de Farmacias Ahumada, que prefieren no entregar este tipo de datos al describir el medicamento. ''Si usted u otra persona ha ingerido una sobredosis de RAVOTRIL, debe ponerse en contacto con su médico, con un farmacéutico o acudir al hospital más cercano de inmediato'', advierte el folleto de RAVOTRIL. Pero, luego de un poco de investigación, resulta imposible confiar la vida a los responsables de la creciente fármaco dependencia en todos los chilenos y chilenas.


Reacción

El discurso de la Trienal de Chile 2009 hablaba sobre la apertura de espacios al arte contemporáneo, pero el Palacio de Bellas Artes inauguró el evento con una exposición titulada Territorios de estado. Paisaje y cartografía. Chile, siglo XIX. En ella se exhibían pinturas de éste periodo donde podía admirarse la naturaleza chilena de forma contemplativa. Fue en el contexto de esta muestra donde Sarjo, artista contemporáneo, golpeó la institucionalidad con la obra RAVOTRIL.
Una vez el artista cayó al suelo las reacciones fueron genuinas, exponiendo la naturaleza del público que desde ese momento se transformó en individuos. Sin duda el efecto que causó RAVOTRIL en Paulina Urrutia, ministra de cultura, fue el más interesante. La presidenta Michelle Bachelet, instintivamente quiso ayudar al hombre que se había derrumbado a unos centímetros de distancia. No alcanzó a hacerlo porque Urrutia la tomó fuerte del brazo como a una niña a la que hay que educar. Mientras le repetía “Es puro teatro”, se la llevó de ahí para continuar con los saludos protocolares, bloqueándole así la vista de lo que ocurría. Pues sorprendentemente, esta experta en arte dramático se equivocaba. El teatro supone actuación, y esta performance era una experiencia que estaba realmente sucediendo. Allí no había nada de teatro.
Mientras el cuerpo era arrastrado a lo largo del recinto, algunos presentes comentaban el performance con naturalidad. Otros, más desconcertados, pedían a gritos histéricos que abrieran paso al desmayado. Camarógrafos de prensa, que inundaban el lugar, se concentraron en la escena y la persiguieron hasta el final, iluminándola con ininterrumpidos disparos del flash. Parados en la salida, los guardias le abrieron la puerta a la mujer que arrastraba el cuerpo bajo la mirada del director del museo Milan Ivelic, no tanto por ayudarla, sino para que desapareciera pronto esa incómoda irrupción y todo volviera a la normalidad.
Cuando se ha llegado a la calle, el estado actúa como mecanismo de represión. La policía se acercaba sin saber qué hacer. Fue el jefe de escolta de la presidenta quien tomó la iniciativa, ordenando que se esposara a la mujer y que una ambulancia desapareciera lo más pronto posible el cuerpo del hombre que apenas respiraba. La prensa y todos los curiosos que siguieron la obra casi hasta el final, fueron obligados también a desaparecer. Supuestamente no había nada que ver. Sin embargo, ahí estaba el hombre inconsciente, ensuciando la entrada iluminada del museo, con sus brazos estirados en cruz, el cuerpo lleno de golpes y heridas como cicatrices de su camino arrastrado. El tiempo pasó lento junto con las miradas curiosas que salían de los autos y peatones que avanzaban bajo la presión furiosa de los policías, hasta que llegó la ambulancia.
Sarjo fue golpeado antes de llegar a la Posta Central. Luego de ser trasladado a otro hospital, llegó a la Comisaría, donde lo investigaron e interrogaron. Fue acusado por disturbios públicos. La causa más importante que alimentó la desconfianza de los responsables de la seguridad ciudadana era el hecho de que la presidenta estuviera presente cuando RAVOTRIL sucedió. Un disturbio público de cualquier tipo frente a la figura presidencial se toma como una amenaza y un peligro contra el estado. Es en estos casos donde la ley actúa con más fuerza. Toda esta censura contribuye a la imposición de algo muy simple: ocultar el panorama real a aquella persona que debiera estar enterada de todo lo que sucede.


Lo que no se ve

Uno de los tantos problemas que prometió abordar el curador Tricio Escobar en la Trienal de Chile 2009 fue “… la discusión política sobre la cuestión indígena. Así mismo, preocupaciones sobre la intersección entre el arte indígena, el popular y el contemporáneo”. En el sur del país una serie de transnacionales y multimillonarios chilenos, roban las tierras que han pertenecido a familias mapuche desde antes de la conquista. Este sistema se sostiene siempre por medio de la violencia. La policía, pagada por el gobierno, hace sus entradas triunfales armada hasta los dientes. Muchos indígenas mapuche han decidido crear barreras pacíficas de defensa, sentándose en fila silenciosamente, para proteger con humildad lo que les pertenece. Otros, dispuestos a todo antes de ser obligados a mendigar o convertirse en esclavos, pelean con todo su cuerpo hasta la muerte. Tanto los primeros como los segundos son golpeados y, una vez indefensos, arrastrados de brazos o piernas hasta desaparecerlos del lugar. Esta imagen coincide de forma siniestra con el performance RAVOTRIL.
Mientras la vida de Sarjo pende de un hilo, es retirado como bolsa de basura de un lugar donde no es deseado. El performance trabaja como la metáfora de esa institucionalidad a través del cuerpo, que la soporta. El artista responde al medio cultural en su país al igual que Dittborn o Leppe, pero a través de una obra. La reacción que su performance produce sólo demuestra que es imposible hacer arte de verdad dentro de los límites de la institucionalidad. Tristemente, Chile no está preparado aun para una Trienal de arte contemporáneo. Alrededor de todo el mundo, Bienales y Trienales absorben manifestaciones aun más conflictivas como parte de la producción a la que se está llamando, pues se entiende que es en esos espacios donde los artistas tienen la responsabilidad de expresarse sobre todo si es en contra. Sin embargo, si son necesarias este tipo de experiencias para que los engranajes de un sistema opresor salgan a la luz, bienvenidas sean.
La obra de Prem Sarjo ha sido censurada y eliminada de los medios locales de una forma determinante. No fue una sorpresa para él que el performance fuera silenciado. El día posterior a la inauguración adornó sus diarios e informes televisivos con solemnes noticias donde se relató el pacífico éxito de la inauguración de la Trienal de Chile 2009. Nada dejó ver que una situación no esperada había ocurrido. Las cintas de los camarógrafos que siguieron la escena hasta el final fueron omitidas tras una decisión invisible. Pedazos de realidad quedaron excluidos para siempre, así como la presidenta arrastrada por el brazo de una ministra de cultura que no supo consumir la única manifestación artística contemporánea del momento. Bajo la nube del RAVOTRIL los individuos se convierten en masa. Sobre ella, unos pocos ríen a carcajadas y se llenan los bolsillos ambicionando la presidencia de un país tan fácil de manipular. El golpe de este performance, superficialmente violento, debería leerse como una declaración de amor. Se trata de amor al arte, que sobrepasa al amante hasta jugar su propia vida por él. Pero sobre todas las cosas, lo que prevalece en RAVOTRIL y que tal vez ni siquiera el artista alcanza a observar, es el amor por su país. Un país dormido que esconde en sus sueños olvidados el poder de despertar.


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