sábado, 4 de septiembre de 2010

"Watever Works" Una simple mirada hacia el pasado

(Publicado en La panera)

“Whatever Works”
Una simple mirada hacia el pasado


A sus setenta y cuatro años, con cuarenta películas dirigidas, el escritor, director, actor y músico Woody Allen ha ido dejando tras de sí momentos que ya forman parte del inconsciente colectivo cinematográfico. En ellos se mezcla el jazz con largas conversaciones de sobremesa. Aparecen personajes enmarcados por la gran ciudad de Nueva York y todas sus complejas relaciones humanas. La constante soledad del hombre ante un universo frío e indiferente choca con una genuina preocupación por Dios, y el sexo es la religión por excelencia de muchos. Cada tanto, un sueño ilustra ante espectador el panorama íntimo de quien creía conocer. Las sesiones psicoanalíticas pasan por la cámara al mismo nivel que los partidos de tenis, las rutinas de magia, los libros y las irresistibles mujeres problemáticas. Allen ha logrado crear un universo que concentra los ideales y obstáculos de cierta sociedad contemporánea, y lo ha hecho sin dejar de sorprendernos de vez en cuando con un material inusitado.
“Whatever Works” (2009), traducida como “Si la cosa funciona” parece dar unos cuantos pasos en reversa. Reuniendo los lugares comunes allenianos para refrescarnos la memoria, el filme retoma la comedia con un antiguo guión escrito en los setentas, y vuelve a la querida Manhattan de Woody luego de cuatro películas filmadas en Europa. Este período europeo tuvo altos y bajos. La obra maestra “Match Point” (2005) fue seguida por una decepcionante “Scoop” (2006). Allen se levantó de nuevo con “Cassandra´s Dream” (2007), una de sus películas más elegantes visualmente, para caer de nuevo con una mal lograda “Viky Cristina Barcelona” (2008). Mucho se ha comentado acerca de la inestable calidad de su trabajo, y “Whatever Works” no se apartará de esta discusión. Aquellos que ya extrañaban el clásico sentido del humor alleniano, se llevarán una grata sorpresa, pues Woody les mostrará que no ha olvidado cómo hacerlo. Quienes, en cambio, aprecien la búsqueda investigativa que el cineasta ha podido ampliar gracias a la libertad que Europa le abre, recibirán la cinta como un simpático descanso, mas no un avance.


La tradición cómica judeo- neoyorquina
Lo único que falta para que esta película se observe ante el pasado como en un espejo es la actuación de Woody Allen en el papel de Boris Yellnikoff. En su lugar, se encuentra una actual estrella del stand up comedy: Larry David, coautor- productor de la afamada serie de televisión “Seinfeld” y creador-protagonista de la serie autobiográfica “Curb Your Enthusiasm”. No debe pasarse por alto el hecho de que Allen compare en entrevistas a David con Groucho Marx, su maestro de la comedia. Al decir esto, Woody unifica los momentos dispersos de la tradición cómica judeo- neoyorquina, y los enriquece con una coherencia narrativa. En esta historia a voces, Groucho es quien comienza a hablar. Con frases socialmente irreverentes como “Nunca olvido una cara, pero con usted haré una excepción”, y “El matrimonio es la primera causa de divorcio”, Groucho entrega una actitud cómica que Allen nombrará con su propio lenguaje para hacerla suya. Además de la histriónica expresión corporal situada en el centro del clown y el bufón en sus momentos más cómicos, Woody rescata sobre todo la costumbre de Marx de hablar sobre sexo sin ningún tipo de agregado moral, y lleva ese ejercicio hasta sus últimas consecuencias. Comentarios como “Mi cerebro es mi segundo órgano favorito” son la apropiación de una referencia a Groucho. Si le creemos a Woody Allen y consideramos a Larry David como el eslabón que hasta el momento encabeza dicha estructura, muchos posibles interrogantes luego de ver “Whatever Works” podrán ser despejados.


Actores en desuso
Una causa de extrañamiento que surge a raíz de esta película es la falta de complejidad psicológica en todos los personajes que rodean a Boris Yellnikoff. Él es el único eje que moviliza la acción en la trama, mientras que los demás son elementos estratégicos para estimular su comportamiento. Las actuaciones secundarias son planas, predecibles y estereotipadas. Ni siquiera Patricia Clarkson, a quien le debemos una de las pocas escenas interesantes en “Vicky Cristina Barcelona” y que en este caso interpreta a una mujer que se deshace de sus prejuicios luego de haber vivido en total estrechez mental, alcanza a construir una interioridad convincente. El caso de Melody, el papel más importante luego de Boris a cargo de Evan Rachel Wood, no es una excepción. Melody es un resumen del clásico personaje simple e ignorante que paradójicamente termina dando profundas lecciones de vida a genios e intelectuales. La actuación de Wood funciona, pero no tiene los alcances de la lavandera muda Hattie en “Sweet and Lowdown” (1999) o la prostituta Linda Ash de “Mighty Aphrodite” (1995), versiones del mismo caso. Todos pasan desapercibidos ante Boris, aun considerando que Larry David no es actor. Este fue el motivo por el cual, en un comienzo, rechazó con temor la invitación de Allen a ser el protagonista de un antiguo guión. Sin embargo, el director neoyorquino ya había tomado la decisión. No iré tan lejos para coincidir con Woody Allen en que Larry David resultó ser un actor muy agraciado, pero consigue sostener la comedia sin esfuerzo.


Metamorfosis de un personaje
Boris encarna todos los aspectos más negativos de los personajes de Woody Allen, por eso es tan gracioso. Puede pensarse en él como la semilla de Mickey en “Hannah and Her Sisters” (1986). Como él, es hipocondríaco, neurótico e infinitamente decepcionado de la vida. Allen muestra literalmente este paralelo cuando lo vemos, igual que al otro, bajando unas escaleras mientras grita aterrorizado que va a morirse, no hoy, pero tarde o temprano. Ambos personajes ya conocieron el éxito amoroso y profesional sin haber sido nunca felices, y han intentado suicidarse sin éxito. La diferencia con Mickey es que Larry David lleva el personaje a un grado de degradación extremo. Su departamento es un espacio descuidado al igual que la vestimenta con la que se desplaza por la vida en una clara actitud de haberse rendido. No le interesa el sexo ni las mujeres, y jamás podríamos imaginarlo leyendo un libro. Podría decirse que el estado de abandono en Boris corresponde al hecho de que es un hombre que ya pasó por cualquier intento de levantarse y viene de vuelta, pero es más que eso. Algo que se ha perdido por completo en Larry David es la sensibilidad estética de Groucho y Woody, y esto es evidente al ver cualquiera de sus series de televisión. Para el espectador amante de la belleza, esta será una película degradante.


Nada es para siempre
La transformación no alcanza a visualizarse, pero viene acompañada del amor. Allen muestra una vez más cómo el ser humano, por más consciente que sea respecto al sin sentido de la vida y a la inestabilidad de las relaciones, terminará volviendo a apostar por la felicidad cuando se enamore. Ni siquiera el hecho de saber que su relación no podría durar lo detiene, pues como decía Mickey “El corazón es un músculo muy flexible” y todos los personajes de “Whatever Works” lo demuestran. Este es el punto en que la racionalidad humana deja ver sus grietas e insuficiencias. “Nada es para siempre. Ni siquiera Shakespeare o los griegos”, dijo Melody parafraseando a Boris. Al casarse con ella, éste reafirmará la teoría que comparte con el espectador al comienzo de la película: Si la cosa funciona, mientras que no lastimes a nadie, deberás sentirte satisfecho. La contradicción aquí es que es imposible no lastimar a nadie. El sufrimiento es ineludible porque alguien tendrá que perder al final. Pero algo que Woody Allen ha ofrecido una y otra vez es el comprometido estudio de la naturaleza humana, la cual está hecha de contradicciones.


La mala gestión
El motivo por el cual “Whatever Works” aun no visita nuestras salas es simple y absurdo. La incompetencia de los distribuidores nos tiene consumiendo el pan duro de la canasta fresca de la cultura. Mientras tanto, Allen ya estrenó su nueva película “You Will Meet a Tall Dark Stranger” (2010), filmada en Londres, una historia en que comedia y drama comparten protagonismo. El elenco ofrece actores como Anthony Hopkins, Naomi Watts y Antonio Banderas. Sin duda atraerá tanta audiencia como sea posible, pero por el momento países mal gestionados como Chile tendrán que esperar a que se les considere como un público al que vale la pena alimentar con buen cine. Luego de reflexionar sobre esto resulta cómica, si sabemos apreciar el humor negro, la imagen de Boris en el afiche de la película. Alzando los hombros, nos mira con la cara de alguien que conoce bien la realidad y no comprende nuestra sorpresa. “No esperen nada de mí”, dice como única respuesta.



Junio / 2010

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