miércoles, 3 de octubre de 2012

Conversación sobre publicaciones, nuevos modelos editoriales y su contribución en los discursos del arte contemporáneo.


(Publicado en Artishock)



El sábado 29 de septiembre, desde las 13:30 a las 14:30 horas, se reunieron en el Conversatorio Ch.ACO cuatro exponentes de editoriales independientes contemporáneas. Francisca Sánchez junto a Ignacio Gumucio (Chile) representaron al colectivo editorial Vaticanochico. Julián Rodríguez (España) habló sobre su proyecto de galería y editora Casa del Fin y Periférica. Moderó Alejandra Villasmil (Chile) en calidad de editora de Artishock. La conferencia se fue llenando poco a poco, tanto de oyentes como de comentarios y temas a discutir. Hubo que finalizar un tanto abruptamente cuando el tiempo estaba encima, lo cual señala las muchas inquietudes que estos temas están despertando en tiempos donde tanto se gusta hablar del “fin del libro”.
Los cuatro conferencistas son personas creativas además de participar dentro del mundo editorial, todos artistas visuales salvo Julián Rodríguez quien es escritor de ficción y no ficción publicado por Mondadori. Parece importante recordar este punto a la hora de seguir el siguiente breve resumen de la conversación, pues los puntos de vista que emergerán aquí son sin duda de quienes viven el día a día el mundo del arte.

Comenzamos con Vaticanochico, quienes cuentan que nacieron a fines del 2009. Proponen el interesante término “tartamudeo” para hablar de ellos mismos porque se manifiestan de manera facsimilar. Estos facsimilares son cuadernos de artistas, es decir, las herramientas de trabajo que estos utilizan. Muestran algunos ejemplos como un libro que imita el diseño exacto de un cuaderno Torre verde, salvo por la información escrita que en vez de señalar la marca dice “Cuaderno verde, Misha Stroj”. Automáticamente convierten un objeto de uso cotidiano en una pieza interesante a un nivel artístico. Por dentro las páginas contienen pensamientos visuales de una persona que los ha trazado sin la intención previa de publicarlos.
“Nunca hemos pensado en los libros que son “necesarios” para el medio”, suelta Ignacio Gumucio en una constante actitud de bajarle el perfil a la situación. Explica que más bien son documentos que les han llegado, como por ejemplo el de un tío suyo. Continúa diciendo acerca del mercado editorial que “en general el diseño de los libros es la parte de la que uno más se puede avergonzar”. En Vaticanochico se escanea, esa es como ellos dicen la parte ortodoxa. Pero como buenos artistas no encuentran nada más aburrido que repetir eternamente un procedimiento tan plano como el escaneado, así que resolvieron hacer una alianza importante. Francisca Sánchez recuerda que “lo ideal era encontrar alguien que lo hiciera por nosotros”, y ese alguien fue Ocho Libros.
La Editorial Periférica comienza hace seis años en España, proyecto al cual se suma desde hace dos años el nacimiento de la galería Casa del Fin. Julián Rodríguez muestra algunos libros allí publicados, entre ellos Jamás el fuego nunca de Diamela Eltit. El diseño es en comparación conservador, como cualquier libro de buena factura en una librería comercial. Julián cuenta un chiste español que a todos hace reír. “¿Qué se necesita para ser editor? Ser catalán y rico.” Así ejemplifica profundamente lo que hasta hace poco significaba meterse en el campo editorial dentro de su país. Dentro de un panorama por él descrito como burgués y elitista, parecía necesario proponer nuevos caminos de distribución de la lectura. Cuenta que él proviene de otra realidad, por ejemplo sus abuelos siempre trabajaban en el campo, y “publicar significa eso: hacer público”. Piensa en las diferencias dentro de los medios artísticos escritos y los visuales, ambos espacios en los que él se mueve. Observa que “el arte contemporáneo está en un terreno movedizo mucho más difícil de fijar que la literatura”, pues siempre hay problemas al determinar qué es contemporáneo dentro de lo visual. Al día siguiente puede que ya no lo sea.
Para Vaticanochico, explica Ignacio Gumucio, siempre fue importante que sus libros no sean gratuitos como los catálogos. Era claro que deben ser “libros- libros”, pero tampoco caros. Entonces “se desarma como objeto y aparece como herramienta”, piensa Francisca Sánchez, y continúa diciendo que el intento es que sea “un medio para acceder a otra cosa”. Luego se queda en silencio que se rompe con un “vamos a ver si se transforma”.
Alejandra Villasmil compara lo anterior con el trabajo de Editorial Periférica, cuyos libros son más literarios y siempre trabajan con texto. Julián Rodríguez coincide, aunque comenta que algunos van dirigidos al ámbito de la galería y el arte, siendo el texto el soporte del trabajo. “En ese sentido es más tradicional”, reflexiona él mismo. “Todos esos autores son buenos escritores”, y eso alimenta la galería.
Hablando de números son dos mil quinientos ejemplares en la primera edición con lo que está trabajando Periférica, mientras que en Vaticanochico hacen mil doscientos. Con respecto a esto Alejandra Villasmil plantea la pregunta sobre cómo se enfrentan en calidad de independientes al mercado. Julián Rodríguez opina que “el beneficio no es sólo económico”, explicando que “son proyectos intelectuales que devienen comerciales” porque “hay una necesidad de autofinanciación”. Además se preocupan especialmente de la difusión. “En nuestro caso todavía no lo sabemos”, dice Ignacio Gumucio, “es un misterio”. Habla de aportes que han recibido de diferentes fondos. “Es muy difícil que la venta financie los libros, y no es una expectativa que sea sana tener”. Francisca Sánchez cuenta que ahora tienen un Fondart y harán cuatro libros con eso, pero “si en algún momento dejamos de publicar en unos años más yo no me asustaría tampoco”. En su editorial hay un énfasis en las redes porque están publicando a artistas que son amigos, llegan de otros países y surge de ahí un nuevo libro. “La idea es que los amigos que vienen se conviertan en artistas invitados que vendrán de vuelta. Son socios de por vida.”
Volviendo al tema del mercado, Alejandra Villasmil pregunta por lo que sucede en ambos casos a nivel de circulación. Julián Rodríguez habla de lo importante que es reconocer a los artistas fuera del ámbito local. Menciona Argentina, Perú, Chile y Estados Unidos como puntos clave dentro de Periférica, así como los países europeos donde se habla más español como lo es Italia y cayendo en la redundancia, España. En estos lugares hay empresas distribuidoras, por ejemplo en el caso de Chile lo son Hueders y Liberalia. Lo que sí sucede es que las novedades a veces llegan tiempo después. Ignacio Gumucio aclara que para Vaticanochico es Ocho Libros quien se encarga de la distribución y “en el extranjero hay unos pocos intentos a nivel Matute”.
Alejandra Villasmil le pregunta a Julián Rodríguez si ha tenido la oportunidad de visitar librerías ahora que está en Chile, y él responde que no es un experto en la materia. Habla de “librerías literarias” para diferenciarlas de las comerciales y dice que pasarán sin falta por Metales Pesados, Prosa y Política y Prólogo. Para Periférica es necesaria la complicidad del librero lo cual no se da en librerías muy apegadas a la novedad. Luego menciona un dato que por un momento los congela a todos de impresión: “La industria editorial en España es la única que no se sostiene públicamente, sino sólo por los lectores”. 
Desde el público se plantea una inquietud. Para los escritores latinoamericanos hispano hablantes la única perspectiva de entrar al mercado europeo es pasando por una editorial española, y las editoriales en España no se arriesgan con autores que estén fuera del canon. Por ejemplo el libro publicado por Periférica de Diamela Eltit es de una autora por completo canónica. Así que en este sentido seguimos totalmente colonizados. Julián Rodríguez dice que en parte esto es cierto pero por otro lado es falso. Por ejemplo, ahora el mexicano Yuri Herrera es conocido porque ellos lo hicieron famoso. Y Diamela Eltit no es canónica allá. La intención en su editorial es mostrar tres generaciones de latinoamericanos, algunos de ellos jóvenes como el mismo Herrera o el chileno Carlos Labbé. Los españoles son muy conservadores para leer, de Latinoamérica sólo se venden los del Boom. “Me parece mucho mejor la literatura latinoamericana que española”, dice y luego opina que dentro de unos años será Miami quien tome las decisiones editoriales para la parte comercial como ha sucedido con el peruano residente en Estados Unidos Daniel Alarcón. Sin embargo cuenta cómo antes se decía que el mercado hispano parlante iba a desaparecer, y ahora se leen más libros en español que nunca. Las cosas han empezado a cambiar. Hay, se puede decir, un “canon heterodoxo”.
Otra persona del público se presenta como artista visual y les pregunta a Vaticanochico cómo se llega a ellos para publicar. “Esa es la parte más antipática”, suelta Ignacio Gumucio, “pero no me dan ganas de solucionar ese problema”. “Es un problema de validación para los artistas el hecho de hacer libros porque creen que se los pidieron.”
De nuevo uno de los oyentes participa diciendo que Vaticanochico, aunque no tiene una ideología, la tiene porque “es una propuesta”. Pero Ignacio Gumucio discrepa explicando que en realidad “no va mucho más lejos de la fiesta de cumpleaños”. Francisca Sánchez se ríe y dice “voy a ir más lejos de lo que Ignacio está dispuesto a aceptar”. Ella sí encuentra una ideología que descansa en ese “tono desabrigado” además el trabajo que ellos hacen “es una forma de salirse del rol del artista”, lo cual sin duda le parece un buen lugar para estar. Finaliza confesando que además “meterse en la vida de los otros también es muy entretenido”. 

1 comentario:

  1. Saludos querida Rocio, espero que todo marche bien en tu vida, se te extraña y quiere.
    Muchas Bendiciones.
    Sabrina.

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