(Publicado en Artishock)
El sábado 29 de septiembre, desde
las 13:30 a las 14:30 horas, se reunieron en el Conversatorio Ch.ACO cuatro
exponentes de editoriales independientes contemporáneas. Francisca Sánchez
junto a Ignacio Gumucio (Chile) representaron al colectivo editorial Vaticanochico. Julián Rodríguez (España) habló
sobre su proyecto de galería y editora Casa del Fin y Periférica. Moderó Alejandra Villasmil (Chile) en calidad de editora de Artishock. La conferencia se fue llenando poco a poco, tanto
de oyentes como de comentarios y temas a discutir. Hubo que finalizar un tanto
abruptamente cuando el tiempo estaba encima, lo cual señala las muchas
inquietudes que estos temas están despertando en tiempos donde tanto se gusta
hablar del “fin del libro”.
Los cuatro
conferencistas son personas creativas además de participar dentro del mundo
editorial, todos artistas visuales salvo Julián Rodríguez quien es escritor de
ficción y no ficción publicado por Mondadori. Parece importante recordar este
punto a la hora de seguir el siguiente breve resumen de la conversación, pues
los puntos de vista que emergerán aquí son sin duda de quienes viven el día a día
el mundo del arte.
Comenzamos con
Vaticanochico, quienes cuentan que
nacieron a fines del 2009. Proponen el interesante término “tartamudeo” para
hablar de ellos mismos porque se manifiestan de manera facsimilar. Estos
facsimilares son cuadernos de artistas, es decir, las herramientas de trabajo
que estos utilizan. Muestran algunos ejemplos como un libro que imita el diseño
exacto de un cuaderno Torre verde, salvo por la información escrita que en vez
de señalar la marca dice “Cuaderno verde, Misha Stroj”. Automáticamente convierten un objeto de uso cotidiano
en una pieza interesante a un nivel artístico. Por dentro las páginas contienen
pensamientos visuales de una persona que los ha trazado sin la intención previa
de publicarlos.
“Nunca hemos
pensado en los libros que son “necesarios” para el medio”, suelta Ignacio
Gumucio en una constante actitud de bajarle el perfil a la situación. Explica
que más bien son documentos que les han llegado, como por ejemplo el de un tío
suyo. Continúa diciendo acerca del mercado editorial que “en general el diseño
de los libros es la parte de la que uno más se puede avergonzar”. En Vaticanochico se escanea, esa es como ellos dicen
la parte ortodoxa. Pero como buenos artistas no encuentran nada más aburrido
que repetir eternamente un procedimiento tan plano como el escaneado, así que
resolvieron hacer una alianza importante. Francisca Sánchez recuerda que “lo
ideal era encontrar alguien que lo hiciera por nosotros”, y ese alguien fue Ocho
Libros.
La Editorial
Periférica comienza hace seis años en
España, proyecto al cual se suma desde hace dos años el nacimiento de la
galería Casa del Fin. Julián
Rodríguez muestra algunos libros allí publicados, entre ellos Jamás
el fuego nunca de Diamela Eltit. El diseño
es en comparación conservador, como cualquier libro de buena factura en una
librería comercial. Julián cuenta un chiste español que a todos hace reír.
“¿Qué se necesita para ser editor? Ser catalán y rico.” Así ejemplifica
profundamente lo que hasta hace poco significaba meterse en el campo editorial
dentro de su país. Dentro de un panorama por él descrito como burgués y
elitista, parecía necesario proponer nuevos caminos de distribución de la
lectura. Cuenta que él proviene de otra realidad, por ejemplo sus abuelos siempre
trabajaban en el campo, y “publicar significa eso: hacer público”. Piensa en
las diferencias dentro de los medios artísticos escritos y los visuales, ambos
espacios en los que él se mueve. Observa que “el arte contemporáneo está en un
terreno movedizo mucho más difícil de fijar que la literatura”, pues siempre
hay problemas al determinar qué es contemporáneo dentro de lo visual. Al día
siguiente puede que ya no lo sea.
Para Vaticanochico, explica Ignacio Gumucio, siempre fue
importante que sus libros no sean gratuitos como los catálogos. Era claro que
deben ser “libros- libros”, pero tampoco caros. Entonces “se desarma como
objeto y aparece como herramienta”, piensa Francisca Sánchez, y continúa
diciendo que el intento es que sea “un medio para acceder a otra cosa”. Luego
se queda en silencio que se rompe con un “vamos a ver si se transforma”.
Alejandra
Villasmil compara lo anterior con el trabajo de Editorial Periférica, cuyos libros son más literarios y siempre trabajan
con texto. Julián Rodríguez coincide, aunque comenta que algunos van dirigidos
al ámbito de la galería y el arte, siendo el texto el soporte del trabajo. “En
ese sentido es más tradicional”, reflexiona él mismo. “Todos esos autores son
buenos escritores”, y eso alimenta la galería.
Hablando de
números son dos mil quinientos ejemplares en la primera edición con lo que está
trabajando Periférica, mientras que en Vaticanochico hacen mil doscientos. Con respecto a
esto Alejandra Villasmil plantea la pregunta sobre cómo se enfrentan en calidad
de independientes al mercado. Julián Rodríguez opina que “el beneficio no es
sólo económico”, explicando que “son proyectos intelectuales que devienen
comerciales” porque “hay una necesidad de autofinanciación”. Además se
preocupan especialmente de la difusión. “En nuestro caso todavía no lo
sabemos”, dice Ignacio Gumucio, “es un misterio”. Habla de aportes que han
recibido de diferentes fondos. “Es muy difícil que la venta financie los
libros, y no es una expectativa que sea sana tener”. Francisca Sánchez cuenta
que ahora tienen un Fondart y harán cuatro libros con eso, pero “si en algún
momento dejamos de publicar en unos años más yo no me asustaría tampoco”. En su
editorial hay un énfasis en las redes porque están publicando a artistas que
son amigos, llegan de otros países y surge de ahí un nuevo libro. “La idea es
que los amigos que vienen se conviertan en artistas invitados que vendrán de
vuelta. Son socios de por vida.”
Volviendo al
tema del mercado, Alejandra Villasmil pregunta por lo que sucede en ambos casos
a nivel de circulación. Julián Rodríguez habla de lo importante que es
reconocer a los artistas fuera del ámbito local. Menciona Argentina, Perú,
Chile y Estados Unidos como puntos clave dentro de Periférica, así como los países europeos donde se habla más
español como lo es Italia y cayendo en la redundancia, España. En estos lugares
hay empresas distribuidoras, por ejemplo en el caso de Chile lo son Hueders y Liberalia. Lo que sí sucede es que las novedades a veces llegan tiempo después.
Ignacio Gumucio aclara que para Vaticanochico es Ocho Libros quien se encarga de la distribución y “en el extranjero hay unos pocos
intentos a nivel Matute”.
Alejandra
Villasmil le pregunta a Julián Rodríguez si ha tenido la oportunidad de visitar
librerías ahora que está en Chile, y él responde que no es un experto en la
materia. Habla de “librerías literarias” para diferenciarlas de las comerciales
y dice que pasarán sin falta por Metales Pesados, Prosa y Política y Prólogo. Para Periférica es necesaria la complicidad del librero lo cual no se
da en librerías muy apegadas a la novedad. Luego menciona un dato que por un
momento los congela a todos de impresión: “La industria editorial en España es
la única que no se sostiene públicamente, sino sólo por los lectores”.
Desde el
público se plantea una inquietud. Para los escritores latinoamericanos hispano
hablantes la única perspectiva de entrar al mercado europeo es pasando por una
editorial española, y las editoriales en España no se arriesgan con autores que
estén fuera del canon. Por ejemplo el libro publicado por Periférica de Diamela Eltit es de una autora por completo
canónica. Así que en este sentido seguimos totalmente colonizados. Julián
Rodríguez dice que en parte esto es cierto pero por otro lado es falso. Por
ejemplo, ahora el mexicano Yuri Herrera es conocido porque ellos lo hicieron
famoso. Y Diamela Eltit no es canónica allá. La intención en su editorial es
mostrar tres generaciones de latinoamericanos, algunos de ellos jóvenes como el
mismo Herrera o el chileno Carlos Labbé. Los españoles son muy conservadores
para leer, de Latinoamérica sólo se venden los del Boom. “Me parece mucho mejor
la literatura latinoamericana que española”, dice y luego opina que dentro de
unos años será Miami quien tome las decisiones editoriales para la parte
comercial como ha sucedido con el peruano residente en Estados Unidos Daniel
Alarcón. Sin embargo cuenta cómo antes se decía que el mercado hispano parlante
iba a desaparecer, y ahora se leen más libros en español que nunca. Las cosas
han empezado a cambiar. Hay, se puede decir, un “canon heterodoxo”.
Otra persona
del público se presenta como artista visual y les pregunta a Vaticanochico cómo se llega a ellos para publicar. “Esa es la parte
más antipática”, suelta Ignacio Gumucio, “pero no me dan ganas de solucionar
ese problema”. “Es un problema de validación para los artistas el hecho de
hacer libros porque creen que se los pidieron.”
De nuevo uno de los oyentes participa
diciendo que Vaticanochico, aunque no tiene una ideología, la tiene porque “es una propuesta”.
Pero Ignacio Gumucio discrepa explicando que en realidad “no va mucho más lejos
de la fiesta de cumpleaños”. Francisca Sánchez se ríe y dice “voy a ir más
lejos de lo que Ignacio está dispuesto a aceptar”. Ella sí encuentra una
ideología que descansa en ese “tono desabrigado” además el trabajo que ellos
hacen “es una forma de salirse del rol del artista”, lo cual sin duda le parece
un buen lugar para estar. Finaliza confesando que además “meterse en la vida de
los otros también es muy entretenido”.
Saludos querida Rocio, espero que todo marche bien en tu vida, se te extraña y quiere.
ResponderEliminarMuchas Bendiciones.
Sabrina.